Seguridad en América | Post

UN VUELO, UN CAMBIO DE 180°

    Mientras tanto, en Latinoamérica, conforme pasan los meses y los años vemos con desesperanza la espiral de decadencia en la que están enredadas nuestras sociedades. Se rompen récords de alza en muchos de los delitos y no vemos en el horizonte cuándo tocaremos fondo y comenzaremos a reconstruirnos, a ceder en las estadísticas delincuenciales, que finalmente pegan en la zozobra del día a día de miles de familias. Un ejemplo claro, imaginen a una persona donde el jefe de familia es un delincuente, ¿qué valores podría enseñarle a sus hijos y a quién tiene alrededor? Y es que ahí es donde se comienza con una sociedad segura, en el seno familiar.
    A nivel de sociedad en general, a veces no nos damos cuenta o no somos concientes que algunas de nuestras acciones están al margen de la ley. Un celular robado, mercancía de dudosa procedencia que nosotros compremos en los mercados informales y que pudo haber costado una vida; ver algo desatendido y nosotros tomarlo, o encontrar algo olvidado y no regresarlo. Violar el reglamento de tránsito e irse por la “vía corta” arregándose con el oficial en corto. Estacionarnos en lugares no permitidos, no levantar en la vía pública las heces de nuestras mascotas, tirar las colillas de cigarro en la calle; la lista puede ser infinita. Con estas acciones estamos promoviendo el problema y no las soluciones.

EL FUTURO EN NUESTRAS MANOS

Lo que no podemos hacer, es aceptar y acostumbrarnos a esta escala de decadencia. ¿Las políticas públicas de los gobiernos están orientadas a atender las problemáticas de los países desde las raíces? No hablamos de dar migajas, sino de proveer de lo básico para una vida digna (energía eléctrica, agua potable, alcantarillado, recolección de basura, educación y también educación cívica, entre otras). Pero bueno, mientras el gobierno reacciona, que espero sea pronto, ¿qué podemos hacer desde nuestra casa, con nuestra familia para tener un mejor entorno? Muchísimo sin duda.
    Hay una frase añeja que llama a la conciencia: “Pensemos qué mundo le vamos a dejar a nuestros hijos”; misma que ya ha sido renovada y me parece que de manera muy acertada a “reflexionemos qué hijos le vamos a dejar al mundo”. Aquí me parece es donde el presente necesita magia, esperanza y responsabilidad de nuestra parte, acciones en nuestras manos, donde mucho podemos hacer, ¿cómo? A pesar de las circunstancias externas, de los retos y desafíos de la sociedad en la que vivimos, parte de la solución está en inculcar principios éticos y morales a nuestros hijos, en nuestro círculo primario, de forma que, aunque tengamos la oportunidad de obtener un beneficio indebido, nuestra integridad no nos lo permita. No sólo hacer lo correcto sino actuar, incluso en privado, como si siempre alguien nos estuviera viendo.
    ¡Imagina lo que pasaría en nuestra sociedad si cada familia hiciera la parte que le corresponde y estuviera integrada por personas honestas! Alejados de la transa y del agandalle, del egoísmo y ser un poco más concientes de cada uno de nuestros comportamientos y de las afectaciones que estas acciones tienen a terceros.
    Es una solución que dará frutos de largo plazo, de manera consistente y permanente. Pero depende de cada uno de nosotros. Nuestras acciones individuales tienen trascendencia social. Esa es la verdadera prevención y desde donde podemos comenzar. Así es como trabajan las naciones desarrolladas, invirtiendo mucho en las raíces, desde las etapas tempranas.
    Desafortunadamente estamos muy ocupados en “neutralizar a los mosquitos que quieren picarnos, pero no ponemos atención en el estanque descuidado que los está produciendo”. Pero siempre será un buen momento para comenzar, ¿qué tal si empezamos hoy?

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