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¿QUIÉN DETENDRÁ LA LLUVIA?

“Desde que recuerdo, la lluvia ha caído
Nubes de misterio creando confusión
Gente buena a lo largo del tiempo buscando el sol
Y me pregunto / Aún me pregunto / ¿Quién detendrá la lluvia?”,
John Fogerty, Credence Clearwater Revival

La solución de un problema contempla un ejercicio de catarsis en tres pasos: identificarlo, aceptarlo, y querer superarlo. La violencia de género al fin ha sido reconocida como un problema, merced al abandono gradual de atavismos culturales de otras épocas y visiones de vida, que aún subsisten porque no se ha acabado de entender, y aceptar, que es algo que no debe ser.
La lluvia es un fenómeno “natural” que surge de manera ineludible e inevitable por la concurrencia de ciertas condiciones en el ambiente (humedad, temperatura, viento, etc.), y se puede presentar ligera o fuerte, esporádica o permanente, gradual o constante, pero siempre moja, y cuando moja a la gente, y se mantiene mojada, sin secarse, sin quitarse de la lluvia, acaba por enfermarse incluso hasta perder la vida.
La violencia de género es un fenómeno social, que por atavismos culturales, sociales, económicos y laborales se ha considerado erróneamente como algo “natural”, que surge por la concurrencia de varias condiciones igualmente “ambientales” (cultura, costumbre, intolerancia, etc.). De manera similar a la lluvia, la violencia de género puede manifestarse en forma sutil o declarada, esporádica o continua, gradual o abrupta. Y también afecta a las víctimas si no la detienen, en este caso causando daños físicos y emocionales, que pueden llegar hasta la muerte.
Lo ideal es que no haya violencia de género, lo que en las circunstancias sociales de la actualidad, de corto y mediano plazo, es prácticamente utópico, ya que se requeriría de un cambio cultural radical y global, que contuviera y redujera la innata proclividad humana a la violencia, así como las alteraciones emocionales por frustraciones y resentimientos. Cambio de una magnitud similar a un avance tecnológico que posibilitara el control del clima para impedir la lluvia a voluntad.
De manera similar a las posibilidades actuales son pronosticar la lluvia, e incluso evitar o al menos aminorar sus efectos, las circunstancias sociales de la actualidad y de un futuro próximo, pueden ir desde preverla, prevenirla y en algunos casos, reducir, anular e incluso revertir, los efectos de la violencia de género, en particular los de naturaleza física y emocional. Por ello, la violencia de género, lo mismo que la lluvia, si bien por ahora, no se puede detener, si se puede eludir, evadir y, en algunos casos, remediar los daños causados, lo cual implica un cambio cultural de fondo, que contempla:

Para eludir la violencia de género, lo mismo que con la lluvia, es necesario aprender a conocer y reconocer las condiciones “ambientales” que la propician, tales como restricciones, reclamos, burlas, humillaciones, ofensas e incluso agresiones verbales o físicas, las cuales pueden surgir de manera gradual o abrupta, intermitente o constante, esporádica o continua, parcial o total, lo que vuelve complicado detectar su presencia u ocurrencia con oportunidad.
Para evadir los efectos de la violencia de género se requiere entender que no es algo “natural” o “normal” y que es dañino permanecer en el entorno de violencia, pero sobre todo que es posible y preferible retirarse de dicho entorno ante el surgimiento de las primeras señales, a pesar de las posibles consecuencias. De manera similar a entender que no es necesario ni forzoso permanecer mojándose bajo la lluvia, y que es posible dejar de mojarse. Y con esta base, asumir la convicción y decisión para romper cualquier atavismo cultural que propicie o fomente el sometimiento.
Para remediar los daños causados por la violencia de género se requiere, además de convicción y decisión, aceptar que necesita ayuda profesional, que debe proporcionarse con empatía, sensibilidad y comprensión de las circunstancias psico-emocionales de las víctimas, y orientarse al empoderamiento necesario y suficiente para lograr una autarquía personal, social y económica. Lo que sería similar a cambiarse la ropa mojada por otra seca, y si es necesario, seguir un tratamiento para evitar enfermarse.

CAMBIO CULTURAL
La atención a la violencia de género contempla un esfuerzo multidimensional, que ataque tanto lo inmediato con una orientación de disuasión, combate y recuperación, remediando los daños a las víctimas y sancionando a los victimarios, como lo mediano y largo plazo con un sentido de contención, a través de procesos de concientización a la población para superar los atavismos culturales, así como los perfiles individuales de resentimientos y frustraciones asociados (egoísmo, complejo de inferioridad, etc.) que la propician y fomentan, y de educación, con un enfoque de prevención, a las futuras generaciones desde los programas escolares. 
Una estrategia equivalente a evitar la lluvia y sus efectos, en lo que encontramos la manera de detenerla. Lo que representa un cambio cultural de fondo, que cimbrará muchos de los referentes sociales y por ello probablemente enfrente el mayor enemigo en sus propias trincheras, en casa, por las inercias sociales y culturales de las generaciones presentes, que fueron educadas por las pasadas.
Ejemplos actuales muy ilustrativos de estas resistencias culturales son las tradiciones de “usos y costumbres” en que se cobijan algunas poblaciones para justificar de alguna manera la violencia de género, así como las disposiciones por motivos religiosos, como es el caso de las corrientes del fundamentalismo islámico con su aplicación radical de la Sharía. Asimismo, el incremento de los casos de violencia de género hacia el interior de las familias, como desahogo de resentimientos y frustraciones intensificados por las condiciones traumáticas por la pandemia del SARS-CoV-2.
Así como no es posible evitar la lluvia, pero si evitar mojarse, por ahora no se puede evitar la proclividad a la violencia de género, pero si es posible eludir, evadir o, en caso necesario, remediar ser víctimas. Pero esto no es suficiente, se requiere acompañar y arropar socialmente a estas víctimas que han decidido liberarse, y apoyo oficial para protegerlas, es decir, un techo para resguardarlas de manera integral, legal y socialmente, tanto en su integridad física y emocional como en sus derechos jurídicos.
El que un problema haya subsistido tanto tiempo, no significa que no pueda terminarse. Sólo requiere de aceptarlo y decidirse a resolverlo, de tal suerte que superar este tipo de atavismos se puede entender como una señal de civilización que requiere de adaptación a nuevas condiciones. Y ha sido la capacidad de adaptarse a nuevas condiciones lo que le ha permitido permanecer y prevalecer a la raza humana. Basta con que haya suficiente gente con convicción y decisión para emprender un cambio que tarde o temprano debe darse. Tenemos un problema que ya no podemos dejar de ver y pretender que no existe. Hay que resolverlo, como sociedad civilizada que se supone que somos.

“Cuántes veces / puede alguien voltear la mirada / y pretender que no vio nada”,
Bob Dylan

Con la colaboración de Liliana, una sobreviviente que ha encontrado el camino para superarla.