EL TERCER LADO DEL CONFLICTO COMO HERRAMIENTA DE SEGURIDAD EN INSTITUCIONES EDUCATIVAS
Puede ser una herramienta que mejore la seguridad humana en las instituciones educativas junto con las medidas de seguridad tradicionales
En el artículo del número anterior propuse la implementación del concepto del “Tercer Lado”, desarrollado por William Ury, antropólogo y negociador representante de la Escuela Harvard de Negociación, para la pacificación en situación de conflictos comunitarios donde las fuerzas de seguridad tenían un rol protagónico.
Siguiendo ese desarrollo, es que propongo el mismo encuadre para aplicar a situaciones de violencia y conflictos en instituciones educativas.
Ya en varios artículos he tratado el tema de la seguridad en colegios, especialmente para la prevención de situaciones de “tiradores activos” como también el tratamiento de conflictos resultante de situaciones de bullying, ciberbullying, problemas de convivencia, discriminación por género, nacionalidad, religión, etc.
El encuadre de estrategias protectoras y preventivas desde el “Tercer Lado” descansa sobre los principios de la Paz Positiva (Galtung) y de la Justicia Restaurativa.
En el primer caso no sólo previene la violencia, sino también configura un espacio de crecimiento y transformación, no sólo para los alumnos, sino también para todos los miembros de la comunidad educativa. Y segundo, permite que los victimarios puedan hacerse cargo y responsabilizarse de sus acciones, ponderando el daño ocasionado a la víctima, desarrollando más empatía (una de los componentes de la inteligencia emocional). Por otro lado, a la víctima le permite poder salir del estado victimológico, trabajar en la superación del TEPT, y en ambos casos, asumiendo un rol protagonista y de cambio.
¿QUÉ ES EL TERCER LADO?
Para empezar, podemos retomar brevemente la definición que di para “Tercer Lado” en el artículo anterior. Ury define al “Tercer Lado” como “(...) una forma de ver los conflictos que nos rodean no sólo desde un lado, o el otro, si no desde una más amplia perspectiva: la de la comunidad que lo circunda. Es el poder de la gente. Usa el poder de la persuasión. Influye sobre las partes apelando sobre todo a los intereses de ellas mismas y a las normas de la comunidad. En los conflictos generalmente no hay una única tercera parte, sino una multitud de ellas.
La propuesta, no es solamente formar mediadores escolares para el tratamiento de los conflictos, sino transformar a la comunidad educativa en el “Tercer Lado” del conflicto para lograr un estado de paz positiva que permita la transformación y el crecimiento.
FASES DEL CONFLICTO
Recordemos que para las diferentes fases del conflicto, tal como analicé en el artículo anterior, existe una configuración característica:
Si en conflicto está latente o no se produjo: en esta fase se trabaja a diario y de forma sistemática a través de:
El constructor de Puentes: es importante que la institución a través de los docentes, personal, y autoridades entable relaciones, no sólo con los alumnos, sino también con las familias. El trabajo en equipos y grupos de consejería educativa es muy importante para generar espacios de escucha y expresión de las necesidades de la comunidad.
El Maestro: no sólo los contenidos académicos son importantes sino también aquellos que implican valores, habilidades, nuevas perspectivas que mejoren mi forma de “estar siendo en el mundo”. Una estrategia interesante es incorporar en los currículum, temas relacionados con la resolución de conflictos, el trabajo en equipo, la comunicación, la aceptación de la diversidad, etc.
El proveedor: muchas veces los conflictos surgen por necesidades básicas insatisfechas. La construcción de una red de ayuda y solidaridad para apoyar a los más vulnerables de la comunidad puede ser otra de las formas.
Si el conflicto está manifiesto: ya sea por violencia o bullying, etc., el “Tercer Lado” podría configurarse como:
El Mediador: la mediación entre pares permite que los alumnos se responsabilicen y aprendan formas de resolver los conflictos sin recurrir a la violencia.
El Testigo: muchas veces, los victimarios recurren a la violencia porque necesitan sentirse importantes. El hecho de que les demos la función de testigos, que monitorean y observan el patio de juegos y las aulas en busca de situaciones conflictivas para convocar a los mediadores, puede ayudar a que se enfoquen en una actividad constructiva y puedan satisfacer su necesidad de estima y reconocimiento.
Si el conflicto ha escalado:
El Guardián de la Paz: no sólo los docentes y autoridades, sino toda la comunidad educativa, tiene la responsabilidad de tomar las mínimas medidas de fuerza que puedan detener el conflicto dañino. Los guardianes son los que se “ponen en medio” para frenar la violencia.
La etapa posconflicto:
El Sanador: “Las heridas pueden ser profundas. Incluso cuando un conflicto parece resuelto después de un proceso de mediación, arbitraje o votación, es posible que las heridas subsistan y, junto a ellas, el peligro de recurrencia. Un conflicto no se puede considerar totalmente resuelto hasta que haya comenzado a sanar la herida dañada”.
La comunidad tiene un rol sanador y terapéutico, tanto para la víctima como para el victimario. Por ejemplo, los círculos de justicia restaurativa dónde se comparten emociones, ideas, pensamientos, imágenes de lo sucedido, acompañado de dinámicas grupales de expresión corporal, arte, dramatizaciones, etc., puede ayudar a superar esa situación de sufrimiento desde una experiencia de aprendizaje y reconocimiento mutuo.
El “Tercer Lado” puede ser una herramienta que mejore la seguridad humana en las instituciones educativas junto con las medidas de seguridad tradicionales.