EL SÍNDROME DE INDEFENSIÓN APRENDIDA COMO MECANISMO DE AUTORREGULACIÓN Y PROTECCIÓN EN VÍCTIMAS DE VIOLENCIA FAMILIAR
Entender al “síndrome” como autorregulador y a la enfermedad o patología como una “experiencia de sufrimiento”
En el artículo de la edición de octubre de 20201 analicé cómo las víctimas que se encuentran atravesadas por situaciones de violencia familiar desarrollan mecanismos de defensa adaptativos, que a su vez, como veremos en este artículo, permiten un autorregulación en un campo organismo/entorno de violencia y abuso.
Me refiero al “Síndrome de Indefensión Aprendida”, que siguiendo a Graciela Ferreira (1989) se caracteriza por “el desamparo condicionado que anula toda posibilidad de reacción ante la desesperanza y el repetido fracaso en parar la violencia del hombre. Un impedimento psíquico concreto producto de la reiteración y acumulación de experiencias antes las cuales la voluntad y el esfuerzo fracasan y quedan al fin vencidos”.
Esto implica la aparición de la siguiente sintomatología:
La mujer parece apática y complaciente. No se queja ni se rebela, no desafía.
Trata de razonar y dialogar.
Se instala la certeza de que son inútiles los cuidados para evitar la violencia del marido.
Los sentidos no están puestos en “provocar” sino en cómo evitar molestar al marido para que no la agreda.
Puede haber autorreproche por no haber tenido todo en cuenta.
Sentimiento de culpabilidad, deslealtad y convencimiento de incapacidad y falta de inteligencia.
Cuando pide ayuda no lo hace por la violencia doméstica sino para que la ayuden a complacer al marido.
La mujer no consigue admitir que las cosas pueden ser vistas de otra manera y no comprende que tiene posibilidades de salir de su encierro.
Desde un punto de vista clásico, esta sintomatología podría interpretarse como un desajuste, una neurosis a la cual se la combatiría con elementos “sanos”, incluso verlo como una enfermedad.
Si bien es cierto que una persona atravesada por un campo de violencia se “enferma”, y desarrolla síntomas como los arriba indicados, la propuesta de este artículo, siguiendo una mirada desde la Terapia Gestalt, es entender al “síndrome” como autorregulador y a la enfermedad o patología como una “experiencia de sufrimiento”.
En este caso la víctima, para sobrevivir, como organismo creará este síndrome, siguiendo a Delacroix, para tratar de restablecer el equilibrio cuando éste se encuentre perturbado, incluso adoptando la forma de enfermedad.
PROCESO DE AUTORREGULACIÓN
Entonces podemos hablar de un mecanismo no sólo de defensa, sino también de adaptación. Se produce una paradoja, ya que el organismo (la víctima) a través de la enfermedad trataría de establecer su equilibrio perturbado por la situación de violencia que se expresa muchas veces en el plano simbólico, psicológico, económico y físico: la enfermedad o el síndrome sería un proceso de autorregulación en acción, un proceso paradójico que produce el organismo para curarse a sí mismo. “Ya que el síndrome (síntomas) es a la vez expresión de la vitalidad y defensa contra la vitalidad”.
Es decir, que si bien la víctima intenta autorregularse y protegerse también termina reforzando la situación de maltrato. Siguiendo a Delacroix, también podemos afirmar que la enfermedad aparece cuando, por ejemplo, la víctima pierde la capacidad de diferenciarse, es decir poder ser auténtica y ser reconocida por su singularidad. Sabemos que esto ocurre en contextos de violencia donde el victimario exige que la víctima se comporte como él quiere que sea, que piense de determinada manera, que adopte una nueva personalidad, lo que lleva muchas veces al desarrollo de formaciones reactivas y al lavado de cerebro.
Cuando esto sucede aparece la enfermedad bajo formas como son el síndrome de Indefensión Aprendida, del Esclavo, de Estocolmo o de la Mujer Maltratada. Como dice Delacroix, “la enfermedad sería una manifestación del organismo que nos significa que hemos perdido la capacidad de diferenciarnos o de posicionarnos ante los otros con nuestras diferencias”.
En la indefensión vemos por un lado la “introyección” de aquellos valores productos de la “pedagogía negra” (Miller) que mandaban “reprimir” los contenidos vitales y creativos y negar las necesidades ya desde la infancia y por otro la “retroflexión” que al no poder enfrentar las reacciones del entorno porque eran muy amenazantes, tiene que reprimir esa agresividad en tanto energía vital.
En término gestálticos, con ello la víctima interrumpe el ciclo de contacto al negar sus diferencias, sus deseos profundos y sus necesidades. Se tiene que adecuar a las exigencias del entorno violento y es allí cuando aparece la enfermedad en forma de síndrome de Indefensión Aprendida.
Una de las funciones del síndrome, siguiendo a Delacroix “sería indicarnos que no llegamos a afirmarnos con nuestras diferencias, con nuestro deseo, con lo que es nosotros y que exige expresarse en su originalidad y ser reconocido por nosotros y por el otro”.
Teniendo todo esto en cuenta es necesario para la recuperación de la víctima no estigmatizar ni demonizar la emergencia de estos síndromes, sino todo lo contrario, cuanto más consciente sea la víctima de este proceso, más podrá darse cuenta de cuál es la “metáfora”, el mensaje de esa “enfermedad”.
Como propone Delacroix “sería el único medio que queda a nuestro organismo para significarnos que sería oportuno reaccionar, atreverse con diferencia y esta vez de manera creadora”.
Pero sabemos que en el campo de la violencia, la víctima muchas veces queda bajo el dominio del síndrome y si bien la “enfermedad” es un llamado a un proceso de desdominio y de diferenciación, hay que establecer un andamiaje terapéutico y psicoeducativo que brinde apoyo al campo de la víctima para que pueda salir. Es imprescindible el rol de los dispositivos victimológicos, los grupos de ayuda, el rol de la justicia y fuerzas de seguridad y demás organizaciones de la sociedad civil así como el reforzamiento de la red social y relaciones significativas que pueda tener la víctima.
Referencias:
1 Se puede consultar mi artículo de la edición de octubre de 2020 “Violencia en la pareja: La importancia de cambiar las reglas de juego”.
- Ferreira, G. (1992) Hombres Violentos-Mujeres Maltratadas. Aportes a la investigación y tratamiento de un problema social, Bs As, Sudamericana.