LA IMPORTANCIA DE REAPRENDER.
Hablamos constantemente del aprendizaje, de seguirnos preparando, de conocer cosas nuevas. Al menos en seguridad siempre hay mucha oferta de cursos, conferencias congresos, pero los temas que ya damos como aprendidos los catalogamos como cerrados y creo que por eso algunas veces podemos ser confrontativos en cuanto a ese conocimiento, se vuelve un tipo de ley personal pensar que las entrevistas se tienen que realizar con X estructura, o que mi metodología de análisis de riesgo es la que más aspectos abarca, es difícil no pensarlo así, lo has hecho un montón de veces, te has enfrentado a diferentes retos y has ido perfeccionando ese conocimiento. Pero les voy a platicar cómo me he confrontado con este tema poniendo de ejemplo algo que no sea seguridad, para poder darme algunos permisos.
Una de las cosas que más me enorgullece decir es que soy bailarina de tango. Hace poco más de 15 años empecé a tomar clases con mi esposo, se volvió algo muy representativo nuestro, incluso con nuestra compañía de tango hicimos varias presentaciones en teatros. Siempre bailamos con el mismo maestro y llegamos a conocer muy bien cómo bailaban nuestros compañeros. Ahora viviendo en Guadalajara, Jalisco, encontramos nuevas clases y esto me ha dado mucha perspectiva respecto al aprendizaje.
Lo que provoca moverte a un espacio nuevo con distintas personas te da, lo que considero el regalo más importante, la perspectiva. Es humano que cada maestro se enfoque en lo que le parezca más importante, para alguno será la postura y el abrazo, para otro el cami- nado y los pivotes, incluso cada uno tendrá sus pasos favoritos y los repetirá más veces.
Yo, en esta primera clase del nuevo ciclo, noté en mí un cierto caminado de pavorreal tratando de demostrar que no soy principiante, como me estaban poniendo ejercicios muy básicos quería ir más allá y darme a notar, pero la realidad es que lo que me conviene es regresar a los básicos, pulir mi caminado, mi postura, y todas las cosas que ya daba por sentadas, pero no lo estaba viendo como una oportunidad, sino como un retroceso.
ABRIRSE AL CONOCIMIENTO
El orgullo muchas veces nos puede jugar en contra, sobre todo cuando somos líderes o llevamos mucho tiempo haciendo algo, da pánico, no sólo miedo, aceptar que no sabemos algo o que no lo hacemos del todo bien y es lógico, porque con los años te pagan por saber más, por demostrar tus resultados. Se necesitan varios shots de humildad para estar receptivo al aprendizaje, y no ir a tomar el curso pensando que ya lo sé todo, o dejar pasar la oportunidad para hacer un comentario que contenga todo mi conocimiento y los demás noten que soy relevante.
Aquí es donde creo que decimos que estamos abiertos al conocimiento, pero la realidad es que sólo queremos ir a demostrar qué tanto sabemos del tema, deberíamos (debería) no tener esta lucha mental durante todo el curso pensando si lo está diciendo de manera correcta y mejor abrir la mente para asimilar otro enfoque diferente al nuestro.
En mi trabajo y en mi vida, soy promotora de que las cosas avancen sin ser perfectas para que sí sucedan, y en el camino se van mejorando, y justo eso sucede cuando, por ejemplo, estás montando una coreogra- fía, primero debes tener la estructura, aunque no salga tan artístico, y conforme vayas dominando los pasos le puedes ir metiendo emoción, estrionismo, estirar más las puntas, mejorar la postura.
Y así es como muchas veces tenemos que aprender; sobre la marcha, porque ya está sucediendo un problema o un proyecto, lo hacemos sin la mayor estructura técnica mientras funcione, y lo que deberíamos hacer con los años es perfeccionarlo, aceptar las correcciones de nuestra metodología, porque por más que lo sepamos hacer siempre hay áreas de mejora.
Así que en mi tercer clase de tango y después de este constante debate interno decidí aflojar el cuerpo y volver a aprender todo lo que yo ya daba por sentado, confieso que el hecho de ser todas personas nuevas hace este proceso más sencillo, también ayudó que no gritáramos a los cuatro vientos que nos considerábamos bailarines expertos, pero creo que de to- dos el factor más importante es tener un buen maestro, que sepa identificar por qué estás poniendo mal la postura, que te quieres adelantar al paso o que llevas tantos años bailando con tu pareja que ya sabes qué te quiere decir sin que el cuerpo haga la indicación correcta.
Un buen maestro es alguien con talento que sabe analizar y sabe comunicar la manera correcta de hacerlo, que cuando te lo explica todo tiene sentido. Y esto también implica a tus maestros anteriores, que ya te contagiaron su pasión por la música y te hicieron desarrollar habilidades que ahora consideras únicas, pero así hay que seguir en el camino del reaprendizaje, teniendo más maestros e incrementando tu perspectiva, para que un día seamos de esos maestros a los que les quieres dedicar un artículo.