La tormenta tras la tormenta en Acapulco.
El verdadero desafío, es frenar el "ciclón" constante de extorsión y crimen organizado que agobia a hoteleros, comerciantes y transportistas.
El cónclave de ayer entre empresarios, secretarios de Estado y la presidenta Claudia Sheinbaum, centrado en el desastre de Acapulco, puso sobre la mesa un problema que trasciende los daños naturales: la violencia y la inseguridad.
Aunque el huracán Otis y la tormenta John devastaron la infraestructura turística, el verdadero desafío, según los asistentes, es frenar el "ciclón" constante de extorsión y crimen organizado que agobia a hoteleros, comerciantes y transportistas.
Durante el encuentro, el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, expuso una estrategia para reducir los índices delictivos. Sin embargo, como apuntaron algunos participantes, la experiencia reciente demuestra que sin seguridad, la recuperación económica de Acapulco será frágil, y cualquier esfuerzo de reconstrucción podría ser en vano si los turistas y empresarios siguen siendo ahuyentados por el miedo.
El reto no solo es físico ni económico: es garantizar que la violencia no sea la sombra permanente de un puerto que busca levantarse.