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Asaltos ya no se limitan a carreteras; ahora atacan centros de distribución

Ahora las bandas delictivas ingresan a los centros logísticos ocultas en las cajas de los camiones de carga, equipadas con armas y listas para ejecutar el robo desde dentro.

Por la seguridad del lugar, podría parecer que se trata de un centro de valores o una instalación crítica del gobierno. Pero no. El centro de distribución de Kuehne+Nagel en Cuautitlán Izcalli es un nodo logístico que moviliza productos farmacéuticos y aparatos electrónicos. Hoy opera como una fortaleza.

Los grupos criminales ya no esperan en la carretera: se ocultan dentro de los camiones y actúan desde el interior de los centros logísticos. La amenaza ha obligado a las empresas a invertir en nuevas tecnologías y protocolos de seguridad para contener un fenómeno en expansión.

Elementos de seguridad privada vigilan cada entrada, mientras patrullas de la Policía Bancaria e Industrial recorren los pasillos con regularidad. En el centro de distribución de Cuautitlán Izcalli, la vigilancia es constante, y no por precaución exagerada. “Ya han ocurrido varios incidentes aquí. Por eso implementamos nuevas estrategias de control”, comenta personal de la empresa.

El testimonio refleja una problemática creciente. Los centros logísticos cercanos al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, una zona clave para el transporte de carga, han sido blanco de asaltos cada vez más organizados. Las bandas delictivas ya no se conforman con interceptar camiones en carretera: ahora ingresan directamente a las instalaciones.

El modus operandi ha evolucionado. Grupos criminales roban camiones, esconden a sus miembros dentro de las cajas, y una vez dentro del centro logístico, ejecutan el robo desde adentro. “Por eso revisamos no solo el exterior, sino también el interior de las cajas al ingresar”, explican.

La sofisticación de los ataques ha llevado a las empresas a replantear su seguridad. Según la Asociación Mexicana de Empresas de Seguridad Privada (AMESP), el 85% de estos asaltos involucran violencia. Las bandas utilizan armamento de alto calibre e incluso drones para planear y coordinar los ataques.

“El mercado ha cambiado. Las empresas ya no buscan solo guardias; ahora quieren soluciones tecnológicas, asesoría, y servicios integrales de seguridad”, señala Daniel Espinosa, presidente de la AMESP. En el último año, la demanda por este tipo de servicios ha crecido entre 30 y 40%.

El problema no es solo de percepción: los robos a centros de distribución y transporte de mercancías han aumentado alrededor del 28% en los últimos doce meses, de acuerdo con la AMESP. Aunque se han reforzado las medidas, el fenómeno sigue en expansión.

“Es difícil prever cómo se comportará en 2025. Estamos hablando de delincuencia organizada, un mercado negro que es difícil de medir, pero sabemos que va en aumento”, reconoce Espinosa.

Blindaje empresarial y tecnológico

Frente a este panorama, empresas como Kuehne+Nagel han optado por incrementar la confidencialidad sobre rutas, entregas y manejo de mercancía. Esta estrategia forma parte de las recomendaciones de la AMESP para reducir la exposición al crimen organizado.

Otras compañías apuestan por soluciones tecnológicas. “Con inteligencia artificial ya es posible detectar rostros y comportamientos sospechosos, incluso identificar placas de vehículos con alertas previas”, explica Sergio Loyola, director general de ASUME.

El uso de herramientas predictivas se ha vuelto una necesidad operativa. La meta es anticiparse a las amenazas antes de que crucen el primer filtro de seguridad.

Corredores logísticos bajo fuego

Las zonas más golpeadas coinciden con los principales corredores de distribución del país. El trayecto que conecta el Valle de México con Querétaro y la frontera norte es uno de los focos rojos. También lo es el eje Veracruz-Puebla-Ciudad de México, por donde transita gran parte de la mercancía que llega por el Golfo de México.

La frontera entre lo que ocurre en la carretera y lo que sucede dentro de los almacenes se ha desdibujado. El crimen ya no acecha desde la autopista: espera dentro del camión, oculto en la caja de carga, listo para cruzar el siguiente control.

Impacto económico y humano

Las pérdidas no se limitan al valor de lo robado. Las empresas deben invertir más en seguridad, tecnología, capacitación y asesoría legal, lo que impacta directamente en su rentabilidad y operatividad.

También hay un costo humano. Cada nuevo asalto pone en riesgo a operadores, custodios y personal de los centros de distribución.

Hoy, la seguridad ya no es un servicio adicional. Es un requisito mínimo para operar. “Esto ya no se trata solo de vigilancia. Se necesita capacitación, planeación y adaptación constante”, afirma Espinosa.

Las puertas del centro en Cuautitlán Izcalli siguen abriéndose. Pero cada caja es inspeccionada. Porque el miedo, ahora, no viene del camino. Viene desde dentro.

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