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Crimen manda en la Puebla-Orizaba: Guardia Nacional tiene prohibido ingresar a Esperanza

Pese al alza de asaltos a transportistas entre los kilómetros 226 y 231 de la autopista, agentes de la Guardia Nacional denuncian que tienen la orden de no intervenir ni ingresar a Esperanza, el punto más peligroso de la ruta.

En la autopista Puebla-Orizaba, entre los kilómetros 226 y 231, el crimen organizado opera sin freno. Según testimonios de elementos en activo de la Guardia Nacional (GN), la corporación tiene la orden directa de no ingresar al municipio de Esperanza, pese a que es una de las zonas con mayor número de asaltos a transportistas y automovilistas.

“La indicación es clara: está prohibido entrar a Esperanza”, señala uno de los agentes consultados bajo anonimato. “Solo se recomienda a las víctimas que denuncien ante el Ministerio Público, aunque todos saben que eso no lleva a nada”.

Los robos, cometidos muchas veces mediante retenes y patrullas falsas, son tan frecuentes que el promedio es de cinco diarios, según los propios elementos. Sin embargo, no hay registros oficiales de detenciones recientes por parte de la GN, lo que confirma el nivel de impunidad.

Además, los uniformados aseguran que, aunque se reportan constantes asaltos, la respuesta oficial se limita a enviar patrullas con torretas encendidas para ahuyentar, no para detener.

> “Lo único que hacemos es aparentar. Nos ordenaron no confrontar, ni siquiera en flagrancia. Si alguien actúa por iniciativa propia, puede ser sancionado”, asegura otro gendarme.

La situación se agravó desde que mandos de la GN redujeron operativos y establecieron como prioridad evitar cualquier enfrentamiento. “Los grupos criminales lo saben. Por eso, cuando roban un vehículo, lo llevan a Esperanza. Saben que ahí nadie los va a seguir”, dijo uno de los elementos.

Zona de impunidad

Esperanza se ubica dentro del llamado Triángulo Rojo, una región históricamente ligada al robo de hidrocarburos y ahora también al saqueo de transporte. Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, 693 carpetas de investigación por robo a transporte y vehículos se abrieron de enero a mayo de 2025 en los ocho municipios atravesados por la autopista, aunque el subregistro en Esperanza es evidente.

Pese a que Amozoc, Tecamachalco y Acatzingo concentran más denuncias formales, los agentes aseguran que los robos son más frecuentes en Esperanza y zonas aledañas, pero no se denuncian por desconfianza, miedo o sugerencia de los propios elementos para evitar trámites.

La falta de presencia real también quedó en evidencia tras el ataque que sufrió la banda Fuerza Regida en 2023, lo que provocó un refuerzo temporal de seguridad. Sin embargo, meses después los operativos fueron retirados bajo el argumento de que el tema “ya había sido olvidado”.

Una orden sin sentido

La reciente promesa de la presidenta Claudia Sheinbaum de reforzar la seguridad tras un nuevo asalto —esta vez contra el grupo Los Ángeles Azules en mayo pasado— no se ha traducido en acciones reales.

“Hay divisiones que deberían patrullar y hacer detenciones. Pero hoy, por órdenes de Sedena, solo deben estar presentes sin intervenir. Son ‘fuerzas de tarea’ cuya única función es aparentar vigilancia”, denuncian los agentes.

Según uno de ellos, actualmente es más importante portar uniforme completo que detener a un asaltante armado. La prioridad no es la seguridad, sino evitar confrontaciones o que se reporten incidentes.

La banda de Los Zúñiga

En la zona opera la célula criminal conocida como Los Zúñiga, señalada como responsable de múltiples delitos: robo de transporte, secuestro, extorsión y robo de vehículos. Aunque se le ha documentado en Esperanza y Ciudad Serdán, no existen reportes recientes de acciones legales en su contra.

El abandono institucional de este tramo ha convertido a Esperanza en un corredor de impunidad. “Ahí llegan los vehículos robados porque no hay nadie que los persiga”, afirma un gendarme.

La situación, aseguran los propios elementos, ha llegado a un punto en el que la Guardia Nacional actúa como un espectador. Mientras tanto, las bandas continúan operando con total libertad.