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El fraude ocupacional y el análisis de inteligencia; INDICADORES GLOBALES

El fraude tiene como característica su ubicuidad, esto es, la capacidad de estar presente en todas partes al mismo tiempo 

No existe ninguna organización inmune a la amenaza del fraude; lo que sí existe en muchas entidades públicas y privadas es el “síndrome de la Atlántida”, aquella creencia de que las catástrofes —en este caso las pérdidas por fraudes— sólo suceden a otros, allá en algún lugar distante a nuestra organización y que por lo tanto no debemos preocuparnos de este tipo de riesgos y calamidades. 

¿Cómo se define el fraude ocupacional? 

Es el aprovechamiento del puesto de trabajo para el enriquecimiento personal a través de un uso indebido o ilícito de los recursos de la organización. 

El Informe a las Naciones sobre fraude ocupacional presentado en Las Vegas, Estados Unidos, en junio de 2016 por parte de la Asociación de Examinadores de Fraudes Certificados (ACFE), señala que las pérdidas globales reportadas y analizadas por fraude se estiman en 6.3 billones de dólares.

La pérdida media por todos los casos fue de 150 mil dólares, con un 23.2% de casos cuya pérdida resultó en un millón de dólares o más. En el 94.5% de los casos el perpetrador logró esconder los fraudes. El método más común de ocultamiento fue creando y alterando documentos físicos. 

El método más común de detección fue a través de tips en las líneas de denuncia anónima (39.1% de los casos). Aquellas organizaciones que utilizan “líneas éticas” fueron más exitosas para detectar fraudes (47.3%), contra aquellas que no utilizan este tipo de medidas (28.2%). 

Los servicios financieros y bancarios, primeramente, y después las entidades de gobierno y de la administración pública, así como las industrias de manufactura fueron los sectores que presentaron la mayoría de fraudes. El nivel de autoridad de los perpetradores está fuertemente correlacionado con el tamaño del fraude. 

La pérdida media por fraudes cometidos por dueños y altos ejecutivos fue de unos 703 mil dólares. Esto representa una pérdida de más de cuatro veces la media de fraude cometida por supervisores y jefes (173,000 dólares) y casi 11 veces más que el cometido por los empleados (65,000 dólares). 

Mientras más personas participan en un esquema de fraude las pérdidas son mayores. La cifra media registrada por un defraudador solitario fue de 85 mil dólares. Cuando éste fue cometido por dos personas, la pérdida media fue de 150 mil dólares; con tres defraudadores fue de 220,000 dólares; con cuatro, 294 mil dólares; y por cinco o más perpetradores la pérdida media fue de 633 mil dólares. 

Los defraudadores tienden a mostrar señales de alerta en su comportamiento cuando se involucran en los ilícitos. Las señales de alerta más comunes fueron: 

Vivir más allá de lo que se gana en sueldo. 

Dificultades financieras. 

Relaciones inusuales con proveedores o clientes. 

Excesivo control de asuntos. 

Actitudes y comportamientos ventajosos en negocios. 

Problemas de divorcio y familiares. 

Cifras de fraude en América Latina 

Al menos una de estas señales de alerta fue mostrada durante el fraude en un 78.9% de casos. En 40.7% de casos, la víctima al ser una organización, decidió no denunciar el fraude debido al miedo a la mala publicidad. En Latinoamérica la pérdida media por caso fue de 174,000 dólares. Los esquemas de fraude más comunes en Latinoamérica fueron: 

Corrupción (45% de casos). 

Alteración de estados financieros (15.2%). 

Solicitar reembolso de gastos inflados (14.3). 

Fraudes con cheques (12.5%). 

Quedarse con el dinero de las ventas registrando el ingreso (8.9%). 

Quedarse con el dinero de las ventas sin registrar el ingreso (6.3%). 

Tomar dinero de otros compañeros (2.7%). 

Registrar ingresos menores a lo recibido (0.9%). 

Los métodos de detección más utilizados y efectivos en Latinoamérica fueron: 

Tips por líneas éticas (36.9%). 

Auditorías interna (19.8%). 

Revisión y control interno (17.1%). 

Conciliación de cuentas (4.5%). 

Por revisión de documentos (2.7%). 

Por auditoría externa (2.7%). 

Por monitoreo y vigilancia (2.7%). 

Respecto del género del perpetrador de fraudes en Latinoamérica, un 88.2% fueron del sexo masculino y un 11.8% fueron del sexo femenino. Los países de Latinoamérica con más casos de fraude reportados fueron: Argentina, Brasil, Colombia y México. 

¿De qué sirve el análisis de inteligencia? 

El análisis de inteligencia es el resultado accionable de un adecuado proceso de información donde se aplica el ciclo de recolección, evaluación, análisis y diseminación, que generan las conductas ilícitas en contra de las organizaciones, en este caso, tomando los indicadores globales referidos líneas arriba. 

Así que la inteligencia puede ser entendida como información a la que se le ha agregado algo. Ese algo es el resultado del análisis, es decir, una explicación de lo que la información significa, por eso se establece que información + análisis = inteligencia. 

En varios países de nuestra región, sobre todo aquellos donde el flagelo de la droga está vinculado con el crimen organizado y con grupos subversivos, cada vez es más frecuente y necesario comprender que los fraudes, el lavado de activos, el financiamiento al terrorismo y los ciberdelitos están íntimamente relacionados y que buscan asociarse —por las buenas o por las malas— con políticos, banqueros y empresarios. 

El tema de la corrupción y la impunidad en Latinoamérica, con las honrosas excepciones de Chile y Uruguay que han realizado un trabajo notable para su combate, dando cuenta de ello el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) de la Organización no Gubernamental Transparencia Internacional, continúa con escándalos mediáticos incrementado el riesgo reputacional. Hay un hartazgo de las sociedades y este malestar social promueve conductas ilícitas patrimoniales contra los bancos y sus clientes. 

Sin duda, las amenazas emergentes por el uso y abuso de las tecnologías de información y las comunicaciones colocan a las entidades financieras y bancarias en situaciones elevadas de riesgo operacional, que no operativo, en tanto que éste se vincula con aspectos de un procedimiento específico, pero el primero impacta de manera negativa los procesos de negocio. 

Muchas organizaciones públicas y privadas, de entre éstas últimas, algunos bancos globales que operan en la región, están desarrollando capacidades importantes de inteligencia con enfoques preventivos, disuasivos y proactivos a través de la creación de “Centros de Fusión”, que esencialmente son centros de inteligencia donde se integran (fusionan) distintas especialidades y se trabaja en equipos de alto desempeño para misiones críticas de detección de fraudes y eliminación de amenazas físicas y del ciberespacio.