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EMPLEADOS NO CONFIABLES

Un alto porcentaje de fraudes a las empresas son realizados por empleados no confiables que lograron vulnerar los procesos de selección y una vez adentro comienzan a ejecutar acciones en contra de los intereses de la compañía para la cual trabajan 

Estudios han demostrado que el 80% de los fraudes internos son hechos por empleados de niveles medio y bajo, el 20% por empleados del nivel directivo. Sin embargo este último 20% es responsable del 80% del total de las pérdidas, es decir el menor número de fraudes llevados a cabo por el nivel directivo tienen un impacto económico cuatro veces superior al realizado por los otros niveles en la organización. 

Todos los seres humanos tenemos diferentes razones para mentir, hay mentiras grandes y pequeñas, piadosas aceptables y moralmente justificadas para quien las dice y también mentiras moralmente reprochables. La verdad es que todo ser humano se pone al descubierto constantemente a través de los mensajes que transmite su cuerpo. Cuando sabemos qué es lo que se busca, siempre aparecerá la verdad. 

En el instante en que alguien empieza a mentir, el cuerpo envía al exterior señales contradictorias; durante la mentira el subconsciente envía energía nerviosa al exterior, que se manifiesta en gestos que pueden contradecir lo que la persona está diciendo. 

La mayoría de las respuestas que se buscan cuando se sospecha que alguien miente, están a la vista. Para detectarlas, se deben cotejar las palabras expresadas con las expresiones corporales, siempre se puede mentir verbalmente, pero las expresiones faciales, por ejemplo, pueden reflejar la verdad, si los dos componentes no son consistentes, se debe buscar algún grado de engaño, una incongruencia obvia entre el gesto y las palabras indica que quien habla está mintiendo. 

Un antiguo axioma en investigación criminal reza: “El tiempo que pasa es la verdad que huye”. Por eso es recomendable comenzar los interrogatorios a sospechosos de una manera rápida puesto que cuando la persona aún se encuentra bajo la influencia de un estado emocional intenso, todavía no coordina y sus pensamientos no están en orden para preparar una coartada coherente; aproveche el factor sorpresa y el de tiempo a su favor (recuerde que lo primero que se pierde al estar bajo presión es la coordinación, tanto motriz como cerebro-lengua), sáquelo de su zona de confort y póngalo bajo presión, si las circunstancias lo permiten, tome la primera versión bien sea grabada o por escrito, ojalá a puño y letra de los implicados. Las tácticas de engaño son usadas con frecuencia por estafadores, delincuentes que preparan o ejecutan sus acciones, candidatos que quieren infiltrarse para trabajar o estudiar en diferentes entidades, cómplices que se disfrazan y se camuflan entre la sociedad, etc. 

Claves para descubrir al mentiroso 

La persona que quiere engañar a otra evita el contacto físico con ella, inconscientemente reduce el grado de intimidad para aliviar su sentimiento de culpa. El mentiroso no se mueve hacia la fuente de amenaza o se atreve siquiera a mirarla de frente, mira hacia un lado, mantiene muy poco contacto visual y raramente se mantiene erguido, la postura frente a frente es escasa, más bien puede dirigir su cuerpo hacia la salida o caminar hacia ella, si está de pie puede apoyar su espalda contra la pared, su indefensión psicológica lo obliga a buscar refugio físico. Cuando no se puede huir, la mirada es la que huye, si la persona se siente incómoda en una entrevista, expresa el deseo de huida mirando obstinadamente hacia otra parte (p.ej. a una ventana o a una puerta), entre los animales y frecuentemente entre los niños esta huida es real, asustados o no interesados, se dan vuelta y se van. 

Es clave poner constantemente atención en todo lo dicho por la persona investigada y en la forma en que las cosas son expresadas para que la verdad no pase desapercibida hay necesidad de observar detalladamente, escuchar con detenimiento y hacer preguntas, no importa lo que la evidencia parezca mostrar, atrévase a confrontar lo que escucha con lo que observa. No haga la misma pregunta una y otra vez, cuando haga su pregunta, formúlela de una nueva manera. Limpiar la garganta, toser o tartamudear al comenzar a hablar o responder una pregunta, pausas al hablar, titubeos, cambios en el tono y volumen de la voz, todas estas son señales que denotan nerviosismo, inseguridad y falta de confianza y convicción en lo que se está expresando. 

Algunas personas tratan de no dar pistas al ocultar la verdad, procuran controlar sus gestos corporales y no dejan aflorar ninguna expresión en su rostro. No obstante, la postura es tensa y carente de naturalidad, puede darse también que traten de no parpadear, lo cual es anormal ya que un ser humano parpadea en promedio unas 15 veces por minuto, (de lo contrario los ojos se resecan y arden), lo que nos lleva a deducir que la persona está esforzándose por no ser descubierta. 

No se deje engañar por falsas sonrisas, tenga presente que durante la sonrisa genuina todos los componentes de la cara forman parte del gesto y todos ellos se mueven, las cejas, la frente, los ojos, los párpados, los labios, el pómulo, el mentón. Durante la mentira, el cerebro trabaja en conflicto con los sentimientos internos y deja ver las inconsistencias; la sonrisa fingida se caracteriza porque no participan todos los músculos que sí lo hacen cuando esta es auténtica, probablemente sólo se muevan los labios y el gesto esté acompañado de una mirada inexpresiva o nerviosa y ausencia de brillo en los ojos. 

Si alguien a quien se interroga sostiene la mirada a los ojos justo hasta cuando se le hace una pregunta directa y en ese momento desvía la mirada o comienza a sacudirse pelusas en su ropa, está enviando una señal de incomodidad y constituye una forma de evasión. 

La sequedad en la boca es un indicador de tensión nerviosa, recuerde que ante una emoción intensa como el miedo, las glándulas salivares reducen su función y por eso la garganta y la lengua se resecan, si al momento de responder la persona interrogada se pasa lengua por los labios, está enviando información sobre su estado interno. 

Diferencia entre quien dice la verdad y miente 

El que habla verdad tratará de cooperar; sus movimientos y expresiones físicas se verán coordinadas y sueltas, despliega un conjunto de señales abiertas en forma espontánea, sus palabras (o versión del caso) serán lógicas y expresadas en una secuencia correcta y cronológica, usa términos realistas, responde directamente a las preguntas y sin vacilaciones, si está involucrado como sospechoso desafiará al acusador, quiere verle la cara, es fuerte al censurar la conducta, no la justifica por ninguna razón y normalmente recomienda un castigo para el culpable más severo de lo normal. 

El que miente tratará de evadir su cooperación y evitará respuestas directas, sus movimientos y expresiones físicas serán introvertidos, posiblemente no coincidan con la situación expuesta y podrían mostrarse dramáticos, en su versión del caso faltan datos importantes. Su relato se caracteriza por ser carente de una secuencia lógica, su terminología puede ser vaga, no usa palabras realistas, trata de suavizar la gravedad de la conducta llamándola por otro nombre y justificando o excusando al culpable en motivos nobles, altruistas o que inspiran compasión, si se le pregunta que castigo recomienda para el responsable podría sugerir una sentencia suave. 

La persona no usa sus propias palabras está siguiendo un guión, como un actor que lee su parlamento. Cuando mentimos nos movemos menos, nuestros ademanes pierden fluidez y nuestro cuerpo flexibilidad. Cuando no somos sinceros nuestro comportamiento se disgrega como un rompecabezas. En lugar de cambiar armoniosamente, se dispersa en piezas distintas y separadas dando al interlocutor la sensación de que hay algo raro en nosotros. 

El que miente está utilizando la imaginación y usualmente, mientras construye la mentira, dirige su mirada hacia arriba y a la derecha. El que dice la verdad está utilizando la memoria y usualmente dirige la mirada hacia arriba y a la izquierda mientras recuerda. Si tiene motivos para sospechar, verifique, confronte, coteje, huela, escudriñe en busca de la verdad, hágale saber al sospechoso que usted es una persona difícil de engañar. 

El mentiroso indetectable debe ser capaz de establecer una concordancia entre sus expresiones corporales y su discurso. Debe mentir no sólo con la voz, sino con todo el cuerpo. No puede hacerlo tan fácilmente con la posición de su cuerpo —rigidez o relajamiento—en cada momento del proceso, podrá mentir más fácil con algunas partes de su cuerpo, especialmente con las que le son más familiares, como la cara por ejemplo, que ve todos los días en el espejo y sabe como funciona en todos sus detalles desde la mueca a la sonrisa. Si hay gesticulaciones, habrá mensajes inconscientes, y estos pueden ser recogidos por un observador atento. 

“Ver para creer” 

Ese es el paradigma que se nos ha sembrado en nuestra mente, se nos ha condicionado desde pequeños a que para poder creer primero tenemos que ver, tal vez sea esta la razón por la que privilegiamos el sentido de la vista y dejamos en segundo renglón los demás sentidos, incluso menospreciamos los otros perceptores sensoriales diferentes a los comúnmente conocidos cinco sentidos y no tomamos conciencia de que contamos con ellos. 

Si nuestro interés y deseo son los suficientemente fuertes y los seguimos de acción con capacitación y entrenamiento, estaremos en capacidad de detectar las mentiras; si hacemos uso de todos nuestros perceptores sensoriales, tenemos la posibilidad de identificar los estados que delatan al mentiroso, reconocer alteraciones en presión sanguínea, frecuencia cardiaca y respiratoria, humedad en la piel, variaciones en la voz (tono, volumen, titubeos, tartamudeo), cambios en la contextura y coloración de la piel (piel erizada, rubor, palidez), cambios en los ojos (aumento en el tamaño de la pupila, coloración del globo ocular), olores característicos en la piel o en el aliento, cambios en la temperatura corporal, pasar saliva, disminución de la salivación (resequedad en boca y garganta), y sacar a flote la verdad. 

Lo importante es que cuando se enfrente usted a situaciones donde exista la posibilidad de que le mientan o engañen, pueda percatarse de la realidad y lograr poner en evidencia al mentiroso, bien sea haciendo uso de preguntas de confrontación que hagan aflorar las contradicciones e inconsistencias, o en el mejor de los casos, obtener la confesión, con lo cual tendrá elementos de juicio que le permitan hacer un análisis ajustado a la realidad y lo conduzcan a la toma de decisiones fundamentadas en la ecuanimidad.