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Mentalidad y Capacitación del Protector

La idea en la que el atacante tenía toda la ventaja sobre el protegido quedó atrás. Al ser el atacante quien escoge el lugar, la hora, el medio y el cómo va a atentar en contra de éste, se pensaba que esto le daba una gran ventaja al planear, meditar y estudiar a la víctima, pero el atacante también tiene muchos momentos en los que puede ser vencido o la peligrosidad de su ataque minimizada. 

El atacante tiene muy poco tiempo para actuar, es decir, si su plan es dispararle con una pistola al protegido, éste tiene una fracción de tiempo para comenzar su ataque. No puede esperar y esperar esa ventana de oportunidad, y una vez que empieza, el atacante tiene segundos para apuntar el arma, hacer la cantidad de disparos necesarios, controlar el retroceso de la misma junto con ese cóctel de poderosos químicos que se apoderan de su cuerpo — como la adrenalina o el cortisol—, mientras se enfoca en la víctima y continúa haciendo los disparos. El atacante debe de ser certero en sus disparos y cesar la agresión rápidamente para poder huir. Cuando hablo de estos escenarios, estoy hablando del atacante que opera solo y busca atacar a su víctima cuando ésta se encuentra sola. 

VENTAJAS SOBRE EL ATACANTE

Es muy importante enseñarle a los protectores las ventajas que tienen sobre su atacante, al estar posicionados en el lugar correcto, estando con una mentalidad presente y a su vez es esencial dejar una huella positiva sobre las acciones que pueden tomar a favor de su seguridad, y la de su protegido, durante sus capacitaciones. A lo largo de las capacitaciones, bajo recreación de escenarios en las que se trabaja con estrés inducido, se ha aprendido que se debe dejar en el alumno una huella positiva en el manejo de sus emociones durante un escenario de práctica ya que al aprender nuevos sistemas de trabajo, el alumno debe llevarse una experiencia de victoria grabada en su memoria; hay que enseñarles cómo hacer las cosas en vez de cómo no hacerlas. 

Lanny Bassham, en su libro With Winning in Mind, dice que no puedes enseñarle a una persona a sumar diciéndole cómo no se debe de sumar, la manera correcta de enseñar a sumar es enseñando cómo se suma, demostrándoles y guiándolos en cómo deben de hacer lo que les estás enseñando. No tiene caso repetir escenarios en los que se reafirma cómo no debe de hacerse una protección ejecutiva, la enseñanza debe de ir dirigida a cómo debe hacerse la protección y cómo el trabajo culmina en un protegido y en un equipo de protectores que regresan sanos y salvos a sus casas. 

Para el instructor deberá ser primordial que la impresión sensorial y emocional dejada en el alumno, después de la capacitación, sea positiva, victoriosa y ganadora, contrario a que se quede  con una sensación de frustración e impotencia.

Entonces, si el protector conoce y aprende a identificar las oportunidades que tiene para contrarrestar las acciones del atacante durante un atentado, con capacitación previa de escenarios bajo inoculación de estrés, las probabilidad de que la acción tomada en contra del atacante sea exitosa, incrementará sustancialmente. Cuando busques con quién capacitarte y dónde enviar a tus protectores a aprender, verifica que los sistemas de entrenamiento sean los que darán mayor conocimiento y habilidad para que tu protector tenga las mejores herramientas a su disposición. Durante un probable atentado queremos que el protector logre reconocer al atacante y actúe a favor de su seguridad y la de su protegido, a su vez el protector debe decir “yo reconozco esto, lo he visto antes, lo he vivido antes”; de esta manera el ataque no podrá ser reconocido como algo nuevo ya que, en situaciones similares, el cerebro se involucra en la situación queriendo evaluar, categorizar, medir, juzgar y definir lo que está pasando. Para cuando termina este proceso, la acción será una reacción y como la reacción es la improvisación, el resultado de la situación será el peor escenario imaginado.