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LA GESTIÓN DE CRISIS, UNA HERRAMIENTA NECESARIA PARA LA SUPERVIVENCIA DE LAS EMPRESAS

Los últimos dos años han resultado muy complicados para las generaciones que habitamos el planeta. Adicional al hecho lamentable del fallecimiento de más de cinco millones de personas por el virus COVID-19 en el mundo, hoy quiero referirme a las empresas y la forma cómo enfrentaron y siguen enfrentando la crisis mundial por la pandemia. Un gran número han cerrado sus puertas; otro grupo ha mantenido sus actividades bajando al mínimo sus operaciones; otras, con mejor preparación, se han mantenido a flote y, por último, las que aprovecharon la situación y salieron fortalecidas.
    Si nos preguntamos, cuál fue el origen de estas condiciones, seguramente nos encontraremos con el tipo de productos o servicios comercializados, y si fueron altamente, medianamente o no vitales durante el confinamiento, así como luego de él. Por otro lado, existieron empresas que cambiaron o ajustaron su giro de negocio sobre la marcha, para cumplir con las demandas de la gente en esos momentos.
    Es posible que una empresa haya logrado no cerrar sus puertas, producto del liderazgo y genialidad de una persona, en condiciones muy adversas, pero lo mas seguro es que no se trató de una simple genialidad, sino que dichas empresas —sin importar su tamaño— estuvieron preparadas para manejar adecuadamente la crisis, no sólo para seguir en el mercado, sino para sobresalir como empresas resilientes incrementando ingresos y operaciones.
Existieron otras organizaciones, cuyo giro de negocio fue considerado esencial, las mismas que no tuvieron la opción de parar. Empresas de los sectores alimenticio, financiero, servicios básicos, energía, seguridad, etc. fueron desafiadas a operar considerando un alto nivel de incertidumbre y temor, que la pandemia había generado en las personas, producto de los contagios y la muerte.
    Diferentes tipos de crisis pueden presentarse a lo largo de la vida de las empresas, y en estos casos la pregunta es: ¿Estamos preparados para responder de manera adecuada? ¿Tenemos las herramientas y la capacidad de hacerlo?
Y la respuesta es que todo es posible mientras exista la apertura y preocupación de los líderes, por anticiparse y comprender que el ambiente bajo el cual se desenvuelven las empresas es dinámico y que existen muchos factores externos e internos que pueden afectar sus actividades, e inclusive amenazar la continuidad de su negocio.

COMITÉ DE CRISIS

Una vez que esto es entendido, las organizaciones deben tomar todas las previsiones, poniendo en práctica ciertas acciones básicas, como implementar una estructura llamada Comité de Crisis, que es un equipo con capacidad de toma de decisiones y con funciones previamente acordadas, sobre la cual repose la responsabilidad del manejo de estas situaciones.
    Esta estructura debe incluir a los líderes de las áreas críticas como: Gerencia General, Finanzas, Legal, RRHH, Seguridad y luego, el equipo se debe completar con otros miembros cuya competencia sea necesaria para hacer frente a eventos específicos. Por ejemplo, si tenemos un problema relacionado con el medio ambiente, debería haber un experto en el área como parte del comité.
    Importante resaltar el rol del área de Seguridad y su líder en este contexto, posición que debe conocer los procesos de la empresa y dominar el proceso de gestión del Comité de Crisis. Siendo así, se convierte en un actor fundamental, responsable de coordinar y apoyar a las diferentes áreas dando seguimiento a las decisiones tomadas y al cumplimiento de las acciones asignadas en los tiempos previstos, así como llevar los registros de las reuniones y su difusión a los involucrados. También desde la perspectiva de apoyo, y cuando la situación lo requiera, el área de Seguridad con disponibilidad de recursos humanos, materiales y tecnológicos puede aportar con información valiosa y oportuna para una adecuada toma de decisiones.
    Los conversatorios multidisciplinarios realizados “en tiempos de paz” con la participación de los líderes son también una buena práctica, cuyo propósito es identificar, evaluar o reevaluar aquellos riesgos que podrían resultar en situaciones graves y convenir posibles acciones de respuesta para cada una de ellas, consolidándolas a manera de listas organizadas de chequeo que no permitan iniciar desde cero, en caso necesario.
    El problema, los actores, los objetivos de la gestión de la crisis, y las acciones encaminadas a su control van a ser cambiantes a lo largo del proceso, por lo que las personas designadas deben estar inmersas en el desarrollo de la situación —de manera no delegable— para tomar decisiones acertadas. Se debe acordar reuniones periódicas de seguimiento, teniendo en mente que, a pesar de la crisis, no se debe perder de vista a las actividades de rutina. No sería bueno que resulte otra situación negativa, producto de lo mencionado, ya que podría ser catastrófico.
    Si la empresa y el equipo están preparados, la respuesta será efectiva y en un tiempo relativamente corto, el incidente debería estar controlado y, de manera simultánea, se debería retomar la normalidad en todas las actividades. Sin embargo, la pandemia nos ha demostrado, que es posible que la crisis se extienda en el tiempo, lo que obligará a las organizaciones a retomar sus actividades de manera gradual, hacia un contexto de normalidad con restricciones y en continuo monitoreo de la situación.
    Para finalizar, referirme al concepto de moda como es la “resiliencia”. El diccionario de la Real Academia lo divide en dos partes. La primera relacionada con la “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado de situación adverso.” Y la segunda, con la “capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había sido sometido.”
    Empresas que buscan la resiliencia deben contar con personas resilientes, que absorban los golpes y se reacomoden en un tiempo corto. Ninguna persona o empresa está libre de sufrir daños en un mundo dinámico y complicado como éste, en donde la Gestión de Crisis se posiciona como un proceso esencial para la supervivencia de las organizaciones que buscan seguir vigentes en el tiempo.
    Como conclusión, debemos estar preparados para los peores escenarios, porque en las condiciones actuales, ninguno de éstos puede ser descartado.

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