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RAZONES PARA INVERTIR EN UN VEHÍCULO BLINDADO

Cuando les pregunto a las personas que pueden adquirir un vehículo blindado por qué no lo hacen, muchos de ellos me responden que “afortunadamente aún no se han visto en la necesidad de adquirir uno”, como si la prevención no fuera una razón a tomar en cuenta. Cometemos muchas veces el error de tomar medidas correctivas a partir de un evento ya ocurrido tales como instalar rejas, cámaras de seguridad, uso de alarmas, candados o contratación de personal de seguridad, pero sólo después de la experiencia criminal porque adquirimos comportamientos específicos para autoprotegernos.
    El 28 de abril de 2001 el periodista colombiano John Portela fue víctima de un atentado que estuvo a punto de costarle la vida, se encontraba en su camioneta cuando un sujeto se acercó con un revolver .38 apunto a su cabeza y disparo, milagrosamente salió con vida. En una entrevistale preguntaron: ¿Qué se siente recibir un balazo? A lo que él respondió: “El disparo no duele, no se siente, lo difícil es saber que daña, que destruye y que genera…”.
    Aquí invito a que cada quien razone su posible respuesta a estas tres preguntas. En un atentado ya sea fallido o certero ¿qué daña? ¿Qué destruye? ¿Qué genera? Un atentado en milésimas de segundo daña el físico y la mente del sujeto atentado, destruye personas, familias, amigos, empleos, socios de algún negocio, genera miedo, ansiedad y desconfianza que se contagia en general.

CONSECUENCIAS DEL DELITO

Las consecuencias psicológicas luego de sufrir una victimización son conductuales principalmente, en el estudio de lo que resulta de los actos criminales en el ámbito emocional se consideran aspectos observables, como aspectos no observables vinculados con estados emocionales y sentimientos particulares ante la victimización, entre éstos se encuentran: dudar respecto a la propia sensación de seguridad y control sobre la vida, perder la tranquilidad, desarrollar trastornos mentales como el estrés postraumático y síntomas de depresión.
    En relación con las medidas de autoprotección frente a la criminalidad se ha concluido que éstas se consideran complementarias a otras actividades en la vida diaria, lo que incluye la tendencia a la protección personal y la disminución de la participación en actividades sociales.
    Las consecuencias económicas que sufre una persona que fue víctima de un delito; por ejemplo, robo, fraude, secuestro o cualquier otro tienen efectos inmediatos como de mediano plazo. Es decir, las consecuencias generadas por el hecho ilícito, que tienen que ver con el tratamiento médico o los gastos en salud provocados por lesiones físicas o psicológicas, por ejemplo. Por otra parte, las personas que pierden la vida potencialmente dejan de aportar a la generación de riqueza social e, incluso, merman la economía familiar con motivo de los gastos que se derivan después de su muerte y que están asociados a los servicios funerarios.
    A partir de que los niveles de inseguridad se incrementaron sensiblemente, los mexicanos modificaron sus hábitos y costumbres y las encuestas de victimización han sido utilizadas para medir las rutinas de vida que cambiaron, resultando que en México se ha dejado de hacer cuando menos alguna de estas actividades. Usar joyas, permitir que los hijos menores salgan de noche o sin compañía, llevar dinero en efectivo, llevar tarjetas de crédito o débito, visitar parientes o amigos, salir a caminar, usar taxis, ir al cine o al teatro, salir a comer o cenar, viajar por carretera a otro estado o municipio.
    Las palabras de John Portela describen perfectamente la importancia de esa prevención a estar protegido, al invertir en seguridad no sólo se protege a los ocupantes del vehículo, se adquiere seguridad y tranquilidad. Los delitos que mayor daño patrimonial causan son el robo de vehículo, a casa habitación, fraude, extorsión y secuestro. El blindaje automotriz está cada vez más al alcance de una población mayor, nuevos, seminuevos, en renta, en arrendamiento, etc., las opciones y posibilidades son amplias. Lo más importante es la prevención antes que la reacción.