LA MEDIACIÓN ESCOLAR Y LA ACTUACIÓN DE ROLES COMO ESTRATEGIAS PARA LA RECUPERACIÓN DE LAS VÍCTIMAS Y AGRESORES DE BULLYING
En el artículo anterior hemos analizado cómo a partir de las experiencias de apego inseguro y desorganizado los niños desarrollaban estrategias de afrontamiento que consistían en la imposibilidad de confiar en los demás, desarrollar la empatía o simplemente descargar el dolor emocional, producto del maltrato en otros objetos o personas. A su vez estas situaciones hacían que estos tuvieran una imagen de sí mismos idealizada, alejada de su verdadera esencia. Una idealización que buscaba ajustar la personalidad a las demandas de un ambiente hostil y violento. Ese Yo idealizado se configuraba como un yo-víctima o un yo-victimario y era una forma de adaptarse a ese contexto.
Si mostraba su sensibilidad era castigado. El Yo idealizado será entonces poco empático. Lo que busca la familia a través del maltrato es alejar al niño de sí mismo real hacia un sí mismo idealizado aparentemente mejor. Por ejemplo siguiendo a Alice Miller, a través de la “pedagogía negra” las familias muchas veces, con la falsa creencia de que estaban robusteciendo el “autoapoyo” de los niños, utilizaban mecanismos que implicaban una disciplina rigurosa, negación de los contenidos vitales de los niños, el no reconocimiento de las emociones y la supresión de los contenidos creativos, que se materializaba en conductas como no escuchar, imponer castigos físicos y psicológicos (privación de sueño, encierro, privación de alimentos, gritos, golpes, amenazas, etc.), diferentes formas de manipulación y sobre todo la imposición de una situación de “doble vínculo” que rezaba la fórmula “porque te amo te tengo que maltratar”.
Es importante replantearse el concepto del sí mismo real como aquellos aspectos que tanto la víctima como el victimario han negado sobre ellos mismos y lo han enviado al fondo. Cuando se impide la individuación, como sucede con el maltrato, no se permite a nuevas experiencias el acceso a la conciencia. En término de la Gestalt no se permite que esa figuras resurjan del fondo, quedando siempre como sombras en un fondo indeterminado.
Aparece lo que Jung denomina el concepto de “sombra” cuando la conciencia está ocupada en la creación de una persona entendida como la máscara en la que vivimos y los papeles que desempeñamos en la sociedad. Así por ejemplo nos ponemos la máscara de víctima o de victimario para desempeñar un papel para adaptarnos al contexto de maltrato. En la medida que los otros respondan a nosotros como bien parecidos o brillantes esa se vuelve nuestra auto imagen.
INTEGRACIÓN DE LOS OPUESTOS
La propuesta es trabajar a nivel grupal con la víctima y el agresor a través de técnicas de integración de los aspectos de nuestra personalidad que aparentemente son opuestos. A medida que integramos nuestros aspectos, vamos sanándonos y acercándonos a la posibilidad de integrarnos con el entorno, con las demás personas y el resto del universo. Un ejercicio interesante es el de “actuación de los roles”: consiste en la exploración de la polaridad a través del teatro, es decir, desde un recurso psicodramático que nos abre la actuación de un personaje.
Algo interesante para los casos de bullying es que a partir de esta experiencia que integra las sombras de víctima, agresor y testigos, el counselor puede proponerles participar en programas de mediación escolar dándole un sentido positivo y sano a la necesidad de control y justicia. La mediación “entre pares” consiste en formar a los alumnos en técnicas de mediación y resolución de conflictos.
En vez de aplicar una sanción punitiva, lo que se busca es que el agresor pueda ponerse en lugar de la víctima y se responsabilice del daño y que junto con ella encuentren una forma de reparación, para eso deberemos desarrollar la empatía y la inteligencia emocional en los niños. Por otro lado, se le permite a la víctima empoderarse y hablar sobre el impacto del daño en su vida.
Como dice Goleman (1996: 319) sus tácticas incluyen el sentarse con los involucrados y hacer que cada uno escuche al otro sin interrupciones ni insultos para que ambos se tranquilicen y expresen su posición y traten juntos de pensar una solución. Esto nos permite poder trabajar con los niños agresores o posibles ‘active shooters’ de dos maneras: al poder ser acompañados por un compañero mediador, ellos pueden hablar de lo que les pasa y expresar sus emociones y por otro lado podemos aprovechar la necesidad de reconocimiento y estima que estos niños manifiestan producto de su apego desorganizado formándolos como mediadores y así puedan dar un sentido a sus vidas. Recordemos que lo que motiva al tirador a realizar una matanza es que ésta le da sentido a su existencia.
Esto es importante teniendo en cuenta que toda figura se constituye a través de imponer límites al fondo, es figura, porque destaca de un fondo. Ese límite que la víctima y el agresor establecen exilia al yo ideal a las sombras y no le permiten pasar a ser figura. La práctica como mediadores escolares podría servir como ritual de pasaje (Turner) entre las sombras y la figura modificando el límite. Porque reforzaría la situación de impasse (Perls). La idea es invitarlos a través de la encarnación de un personaje a intentar practicar formas de conductas contrapuestas y diferentes a las que están acostumbrados y que por muchos años fueron la única configuración posible que formaba su Gestalt. Ahora es diferente, surgen nuevas posibilidades, nuevas gestalten.