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PREVENCIÓN DE RIESGOS MEDIANTE LA DETECCIÓN DE CONDUCTAS SOSPECHOSAS

Un principio fundamental para evitar los riesgos es la Detección Temprana, gracias a ella y al desarrollo juicioso de este concepto, la ciencia médica ha logrado salvar la vida de muchas personas aquejadas por enfermedades catastróficas. En lo referente a los riesgos que tienen origen en actividades criminales, cuando logramos detectar tempranamente una situación generadora de riesgo, contamos con la posibilidad de ganar tiempo para tomar acción y evitar el hecho sin necesidad de enfrentarnos al agresor, ejecutando planes previamente concebidos para adelantarnos a los acontecimientos y poder proyectar acciones anticipatorias con el fin de evitar la materialización de potenciales eventos negativos.
    A partir de la identificación de determinadas “señales premonitorias”, es posible predecir la probabilidad de ocurrencia de riesgos intencionales y reaccionar de una manera eficaz con base en la correcta lectura de esas señales de advertencia, que casi siempre se presentan antes de que un hecho delictivo ocurra, debido a que los delincuentes también se exponen a ser descubiertos durante la fase preparatoria de su próximo delito.
    Un síntoma o signo sospechoso es una señal a través de la cual se puede detectar o descubrir una intención oculta o un estado de tensión interno negativo. Los pequeños detalles e indicios leves son definitivos en el rápido reconocimiento de situaciones potencialmente peligrosas. La capacidad de identificar e interpretar rápidamente detalles aparentemente insignificantes, es una habilidad necesaria en las personas interesadas en prevención.
    Así como el médico está preparado para diagnosticar enfermedades a través de la identificación e interpretación de los síntomas que externamente presenta el paciente, las personas interesadas en prevención deben tener los conocimientos y las capacidades necesarias para detectar las conductas sospechosas a través de la identificación de los síntomas externos, manifestados mediante las señales corporales que indefectiblemente son expresadas por el delincuente bien sea en la etapa de preparación o ejecución del acto delictivo o bien se trate de un sospechoso de haber cometido un ilícito, ya que los sentimientos que la persona está experimentando lo tienen sometido a estados de tensión interna, los cuales son liberados al exterior como mecanismos de defensa del cuerpo para liberar presión.
    La mayoría de estas señales que “presagian algo malo” son pequeñas y sumamente rápidas, por eso su identificación es difícil, pero quien las busca sabe que aparecen siempre en determinadas partes del cuerpo, como por ejemplo: la sudoración de las manos, cuello y espalda, sequedad en la boca, miradas, congelamiento y movimientos pesados. La mejor forma para descubrir grietas, contradicciones, incoherencies, tensiones, defensas, falta de seguridad, nerviosismo y demás signos sospechosos, es poner a la persona bajo presión.
A medida que la presión vaya aumentando, se irán evidenciando y aumentando en cantidad e intensidad esos signos, los cuales, en esencia, transmiten imposibilidad de ocultar un estado interno incómodo, terminando por delatarlo.
    Cuando se está preparando o ejecutando una actividad ilegal no necesariamente la única presión existente sea la de soportar un castigo si se es descubierto; algunas personas tales como psicópatas, fanáticos o fundamentalistas, probablemente tengan una escala de valores diferente a la que tenemos el común de los mortales, o quizás no la tengan, y sus ideales los conduzcan a percibir como bueno o justificable el mal que hacen, de tal manera que al estar convencidos que la causa que los mueve justifica cualquier acto que ejecuten, no sienten gran presión por el castigo que puedan sufrir si son descubiertos, así este sea la muerte, que por el contrario en algunos casos será una justa recompensa que los convertirá en mártires dignos de ser imitados.
    En este tipo de personas, la posibilidad de fallar y no cumplir con su objetivo frente a sí mismo y frente a su organización, si es que pertenecen a alguna, implica un descrédito tal, que ese sólo hecho ejerce de por sí una presión enorme sobre la persona o grupo de personas, lo cual facilitará la expresión de las señales corporales que delatan los estados de tensión interna.

ESTADOS BÁSICOS A DETECTAR

Igual que en cualquier otro individuo de la especie animal, cuando nos enfrentamos a situaciones que de una u otra forma nos pone en peligro, el nivel de tensión interna aumenta, el cuerpo reacciona de manera física y química como mecanismo de defensa desplegando espontáneamente una serie de señales que se manifiestan hacia el exterior y que están agrupadas en los siguientes estados básicos:

    DEFENSAS Y BARRERAS

•    Las defensas y barreras usualmente revelan sentimientos negativos, ansiedad, hostilidad, o falta de interés de cooperar.
•    Manos cruzadas sobre el pecho (puños cerrados).
•    Piernas cruzadas.
•    Labios apretados.
•    Cabeza caída (protege el cuerpo).
•    Hombros alzados (protege el cuello).
•    Manos ocultas (en el bolsillo, detrás de la espalda).
•    Manos que ocultan parte del cuerpo (ojos, boca, cuello).

    TENSIÓN

•    Miembros tensos y facciones congeladas. Cuerpo en dirección a la salida.
•    Miradas fugaces (o abstención de mirada directa).
•    Tocarse las orejas (típico del estado dudoso).
•    Rascarse el cuello (liberación de tensión).
•    Aire contenido en los pulmones y liberado de manera sutil.
•    Respiración superficial.
•    Rascarse (principalmente la cabeza). Manos o dedos entrecruzados con fuerza. Ojos vidriosos.
•    Falta de coordinación de los movimientos (movimientos infantiles o fuera de contexto).
•    Ojos entreabiertos.
•    Cuello tenso.
•    Falta de flexibilidad.

    INSEGURIDAD

•    Hombros caídos, espalda curvada, pecho hundido.
•    Constante abrir y cerrar de ojos.
•    Movimientos nerviosos de manos.
•    Limpiar la uñas, correr la cutícula.
•    Contactos cortos con objetos (no sabe que hacer con las manos).
•    Mentón caído.
•    Movimientos de brazos y manos pequeños y cercanos al cuerpo.
•    Falta de vitalidad en los movimientos.
•    Postura corporal (busca apoyarse, manos, codos).
•    Pasos cortos.
•    Numerosos movimientos de cabeza (temor).
•    Los movimientos y la voz son débiles y dubitativos.
•    Alejamiento del cuerpo.
•    Contacto visual mínimo.

    NERVIOSISMO

•    Se sienta lejos del interlocutor.
•    Espera que lo inviten a sentarse.
•    Al estar parado pasa de una pierna a la otra.
•    Cruza los brazos y las piernas.
•    Tos (limpieza de la garganta).
•    Resequedad en labios y boca.
•    Pasar saliva.
•    Suspiros o silbidos frecuentes (liberación de tensión).
•    Se mueve al estar sentado.
•    Al hablar mueve los labios parcialmente.
•    Limpia su ropa o recoge basuritas imaginarias.
•    Manos sobre la cara o el cabello.
•    Temblor en las piernas, en las manos, en los labios.

    CONTRADICCIONES

•    Conducta entrecortada y falta de fluidez.
•    Sonrisa incompleta.
•    Facciones amenazantes y piernas retraídas.
•    Sonrisa con gestos cerrados.
•    Sonríe, pero con cuerpo congelado.
•    Sonríe, pero la mirada está fría.
•    Incongruencia entre expresiones verbales y expresiones corporales.
•    Dice que sí y la cabeza tiende hacia los lados.
•    Niega con palabras y afirma con la cabeza.
•    Palabras bonitas y puños cerrados.
•    Llanto con ausencia de lágrimas
•    Lágrimas forzadas a salir.

    CAMBIOS FISIOLÓGICOS

•    Sudoración.
•    Aumento del ritmo cardíaco.
•    Aumento del ritmo respiratorio.
•    Palidez.
•    Piel ruborizada.
•    Alteración del pulso.
•    Cambios en la temperatura corporal.