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Hábitos en la Protección Ejecutiva

Es constante la búsqueda de mejores soluciones para la protección de cualquier bien o en el ramo de la seguridad a personas, sin duda hay toda una metodología y acciones a seguir para poder hacer más robustos los sistemas de seguridad. Uno de los temas en los que se tiene que enfocar los esfuerzos es dotar de buena información, creatividad y entrenamiento a las personas que protegen vidas. El problema es que a la mayoría de los ejecutivos no les interesa invertir en la capacitación ya que lo consideran como un gasto sin retorno de beneficio. La importancia en el entrenamiento y la capacitación es que a la hora de una emergencia, aquellos protectores que no tienen la suficiente preparación, van a responder o más bien improvisar de acuerdo a las circunstancias y a su perspectiva. La formación de hábitos de protección es una actividad de suma importancia que se imparte en el entrenamiento de personas y por eso lo destacamos en este artículo.

El prominente psicólogo William James, decía que toda nuestra vida, en cuanto a su forma definida, no es más que un conjunto de hábitos. Como responsables del área de protección, imaginen los beneficios de tomar esta afirmación y desarrollarla más a fondo, el concepto de los hábitos desde su formación y creación. Gran parte del sistema de protección es por medio de prevención y en su mayoría son acciones “hábitos” con sentido común, pero se requiere ejecutarlas una y otra vez. Supongamos que deseamos incorporar “una nueva actividad” a la jornada de trabajo de un grupo de protectores, en la que cada vez que salgan a ruta, uno de ellos previo a la salida deberá revisar el perímetro antes de salir, para verificar que no existan riesgos exter- nos contra su ejecutivo. El cerebro de los protectores estará convirtiendo una secuencia de acciones en una rutina automática y es la causa de la formación de los hábitos. Al cabo de una semana estará implementado este proceso.

SEÑAL, RUTINA Y RECOMPENSA

En gran parte, las decisiones que tomamos en el día parecieran ser resultado de una forma reflexiva, pero más bien son los hábitos los que nos hacen actuar. Charles Duhigg en su libro El poder de los hábitos, menciona un estudio en el que se calcula que más del 40% de las acciones que realizan las personas cada día no son decisiones del momento, sino hábitos. Es decir que nosotros somos en gran parte responsables de las decisiones que tomamos por medio de los hábitos, que a su vez podemos ser conscientes o no de éstos, porque hay buenos y malos hábitos. Para efectos de este artículo los hábitos que más nos interesan desarrollar son aquellos a favor de la protección.

Según los científicos, los hábitos surgen porque el cerebro siempre anda en búsqueda de ahorro de esfuerzo y energía. Entonces la información que busca el cerebro en un hábito está determinado por nuestros datos almacenados, por la experiencia, por el estado de consciencia y por nuestro subconsciente. En el libro mencionado también refiere que para crear o modificar un hábito existe un patrón de tres pasos en los que se menciona: “Una señal, una rutina y una recompensa”.

Retomando el supuesto del nuevo hábito en la verificación del perímetro del personal de protección. “La señal” será un horario, una agenda o una indicación que saldrá del ejecutivo, “la rutina” será la verificación del entorno y “la recompensa” será la que emitirá un visto bueno para poder salir a la ruta “condición segura”.

Otra recomendación que debe acompañar en la implementación de hábitos en seguridad, es adoptar un pensamiento crítico y no confiarse al ambiente que lo rodea. Debe cuestionarse el por qué de las cosas, ejemplo:

• ¿Por qué se asignó un protector a ese puesto o por qué contrataron el servicio de protección?

• ¿Cuál es la función principal a realizar en el puesto y el alcance?

• ¿A qué le teme el ejecutivo?

• ¿Cuáles son los riesgos principales en los lugares que permanecen?

• ¿Cuáles son los índices delictivos de su entorno?

• ¿Por qué se da cierto delito en un lugar específico?

• ¿Cuáles son los modus operandi?

• ¿Cuál es el nivel de protección del ejecutivo?

• ¿Es realmente útil? ¿Están protegidos los ejecutivos con ese nivel de seguridad?

• ¿Cuáles son las principales fallas del servicio, cómo se detectan y se atienden?

• ¿Está disponible la formación para atender una emergencia?

Entre mayor sea el pensamiento crítico en el área del protector, menor desconocimiento enfrentará en su quehacer diario. A su vez podrá identificar los hábitos que requiere inventar para mejorar la protección.

Respecto a los hábitos, debemos lograr la modificación de conductas por medio de cambios a lo largo de las jornadas. Buscando aquellas actividades que no están haciendo surgir lo mejor de la protección.

Como parte complementaria a los hábitos del trabajo, un buen protector debe ser disciplinado en los hábitos de mejora personal para rendir en el trabajo:

• Alimentación sana.

• Ejercicio regular.

• Entrenamiento de técnicas de protección.

• Lectura diaria en materia de protección.

• Descanso para rendir y pensar mejor.

• Actitud de servicio o mentalidad positiva.

• Evitar todo lo que haga daño a su cuerpo y mente.

Con el solo hecho de modificar los hábitos en el tema de protección ejecutiva se obtendrán múltiples beneficios: normas bien establecidas, protocolos estrictos, control de ambientes, seguimientos eficientes, mejor respuesta a crisis y personal altamente entrenado. Este último punto es el que puede hacer la diferencia entre vivir o morir en una situación de “combate” urbano por la protección de un ejecutivo. Si deseas más información sobre este tema el libro Sobre el combate del Teniente Coronel Dave Grossman puede serte de gran utilidad.