Seguridad en América | Post

El Consultor Profesional y su Profunda Relación con el Cliente

Un consultor profesional, antes de comenzar a recomendar cualquier tipo de mejoras al cliente, debe sin duda, conocer la misión, visión, valores y filosofía que mueven a la empresa que asesorará, o saber de la mentalidad y personalidad de la familia en caso de un proyecto residencial, esto es, ponerse en los zapatos del cliente, hacer empatía.

De esta forma entenderá las necesidades y la mística, pudiendo alinear a éstas su experiencia, conocimientos y profesionalismo, ético y con alta discreción, los cuales son indispensables en esta comprometida profesión y se traducen en recomendaciones prácticas y actuales.

Un consultor profesional, antes de mucho hablar, debe saber escuchar, prepararse bien para cada uno de sus proyectos y ser un buen comunicador, por lo que a través de una serie de preguntas bien planeadas logra recabar información valiosa del cliente y el análisis mutuo, que le permita confeccionar recomendaciones efectivas, que se traduzcan en una disminución de los niveles de riesgo del cliente, aumentando así los de seguridad, sin el desgaste adicional de recursos y con un retorno de inversión palpable.

La seguridad no es una moda ni novedad, vino para quedarse y debe implementarse en cualquier ente, lo que obliga a toda la sociedad, a las empresas e instituciones, a hacer imperativo el comienzo de un cambio cultural en seguridad que permee a toda la organización, desde el ejecutivo del más alto nivel, hasta el empleado de menor rango; si no se predica con el ejemplo desde la oficina de la alta dirección, la seguridad será superflua y no funcionará como un sistema, habrá renuencia entre la gente, falta de cooperación y compromiso, al no estar convencidos de la filosofía que se pretende implementar.

CARACTERÍSTICAS

El consultor profesional debe ser un líder, seguro de sí mismo, empático y de mente positiva; visionario, con capacidad de análisis y experto en situaciones a resolver (dícese solución de problemas con mente positiva), apto para trabajar en un equipo multidisciplinario, capaz de ganar confianza y respeto, de persuadir con sus ideas y lograr impregnar a sus clientes de ellas sin imponer, comprometido con el cliente, con capacidad de síntesis y sentido común. Todo lo anterior, con el fin de que el proyecto se lleve a cabo, de que su contratación valga la pena, elevando la calidad de los proyectos asignados y conseguir resultados óptimos, que generen ahorros en el presente y futuro.

Si el consultor no tiene “punch”, sus justificaciones son débiles y no están respaldadas, poco hará el cliente en hacerle caso y de hecho, éste pensará que ha gastado su dinero y su tiempo en algo que no vale la pena considerar.

El documento se irá al cajón de abajo del escritorio o adornará el anaquel. No quiero dejar de mencionar que las recomendaciones que se realicen deben agregar valor al negocio o al proyecto, evitando afectar, o hacerlo en lo mínimo a la operación y funcionalidad de la empresa y estar completamente sustentadas, de lo contrario, la seguridad será percibida como costosa y molesta. Si no se diseña una buena estrategia para realizar todo el proyecto, se potenciarán los contras, se notará que no es adecuado al cliente y por ende inoperable.

Quiero finalizar, con una reflexión del consultor en estrategias corporativas Julio César Jacob y, aunque podría percibirse fuerte me parece muy acertada a nosotros que nos dedicamos a esta noble profesión “si no piensa en el cliente, no piensa”.

Para el cliente y/o usuario final, la importancia en la elección de un consultor, será determinante en el éxito de un proyecto.