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PARA ATRAPAR AL LADRÓN

El sentido del éxito1 en el ámbito de los servicios de seguridad se articula por la conjunción de dos propósitos torales: la protección de la existencia e integridad de las personas y sus bienes, es decir, “que no les pase nada”, y la preservación de la “continuidad de negocio” en un entorno social. De tal suerte que el potencial de éxito está determinado por el nivel de efectividad de desempeño de los actores involucrados en la operación de estos servicios.

En el ámbito de la Seguridad, el nivel de efectividad, entendida como “la capacidad o facultad para lograr un objetivo o fin deseado”, se proyecta en tres niveles, los “niveles de efectividad”:

• Eficacia, que contempla “hacer lo que se debe hacer”, a cualquier costo, típico de entornos institucionales como la atención de emergencias y la seguridad pública.

• Eficiencia que contempla “hacer lo que se debe hacer de la mejor manera posible”.

• Excelencia, que contempla “hacer lo que se debe hacer de la mejor manera posible con resultados de satisfacción total”.

 

El principal atributo de un mando operativo no necesariamente es saber más y/o ser más capaz que los demás,

sino integrar y dirigir a un equipo de elementos que saben más y/o son más capaces,

aprovechando sus talentos individuales, ya sean innatos o desarrollados

 

Asimismo, se establece como el resultado de un proceso que se puede describir con el acrónimo PECAS: Planeación, Estandarización, Capacitación, Aplicación y Supervisión; en el que las primeras tres etapas conforman el marco de actuación, y las dos posteriores conforman el ciclo de operación, con la Supervisión como el elemento crucial que le da sentido y orientación al proceso ante dinámica inherente a la naturaleza imprevisible y heterogénea de la Seguridad.

En general la contraparte, las amenazas, o el “ladrón”, suele ser un actor proactivo, que busca constantemente condiciones con las que pueda actuar con las mayores ventajas posibles sobre las medidas y previsiones de seguridad, por lo que se proyecta como un factor sorpresivo, imprevisible, no “visible”, no “distinguible” e incluso de alguna manera mimetizado con el entorno en que pretende actuar.

Ante estas condiciones, en cualquier modalidad presencial, los elementos de seguridad se encuentran en inferioridad numérica y de fuerza ante posibles amenazas. Y en modalidades operativas no presenciales, como el monitoreo de sistemas de vigilancia, el elemento de seguridad afronta situaciones de virtual inferioridad numérica por la saturación de información suministrada por dichos sistemas. Todo esto aunado a un desconocimiento de los planes e intenciones de dichas amenazas, que obliga a adoptar una actitud expectante y reactiva ante los acontecimientos que puedan presentarse.

Por ello, para “atrapar al ladrón”, esto es enfrentar las amenazas con posibilidades de éxito, la conveniencia para propósitos de efectividad apunta a soluciones basadas más en recursos adaptados a las circunstancias particulares de cada caso, que en recursos de fuerza que suelen ser, en la mayoría de las situaciones, insuficientes. Y el factor crucial en este tipo de soluciones es la labor de Supervisión, en cuanto a mecanismo de control, como el actor proactivo en el proceso, responsable de conocer y entender la dinámica de las circunstancias, y de establecer las adecuaciones pertinentes en dos líneas de acción mutuamente complementarias: la inducción de un sentido al proceso por medio de instrucciones, directivas, órdenes y similares, y la verificación del cumplimiento de dichas indicaciones.

 

POTENCIAL DE LA EFECTIVIDAD

En este contexto, un servicio de seguridad consiste en la Aplicación de las competencias adquiridas por los elementos operativos por medio de la Capacitación, adaptadas a las circunstancias de cada situación en gran parte a través de la Supervisión, para lo cual se requiere partir de una base de Planeación, y bajo la guía de los Procedimientos Operativos y Protocolos de Reacción producto de la Estandarización. De tal suerte que el potencial de efectividad estará determinado por las siguientes condiciones:

• La claridad, precisión, factibilidad y viabilidad de los objetivos definidos en la Planeación, como logro a alcanzar.

• El alcance y cobertura de los Procedimientos Operativos y los Protocolos de Reacción elaborados bajo el enfoque de la Estandarización, para ser útiles como guía de las operaciones.

• La compatibilidad e idoneidad de las competencias adquiridas en la Capacitación por los elementos operativos para las exigencias de cada situación.

• La capacidad conjunta de los elementos ejecutores con los mandos operativos, que materializan la Supervisión, para adaptar, en la Aplicación, dichas competencias a las circunstancias en cada situación.

 

Para “atrapar al ladrón” es enfrentar las amenazas con posibilidades de éxito, la conveniencia para propósitos

de efectividad apunta a soluciones basadas más en recursos adaptados a las circunstancias particulares de cada caso,

que en recursos de fuerza que suelen ser, en la mayoría de las situaciones, insuficientes

 

Con esta última condición como la de mayor repercusión para la efectividad del proceso, en la cual la responsabilidad de los mandos operativos consiste en “hacer que se haga lo que se debe hacer, incluso sin estar presentes”. Para estos efectos se debe destacar que, en cuestiones críticas, esto es que implican repercusiones de video o muerte, típicas del ámbito de los servicios de seguridad, lo importante no son los “méritos” de los esfuerzos intermedios, sino los resultados al final del proceso. Asimismo, que, en el ámbito de los servicios de seguridad, los resultados verdaderamente factibles consisten, no en evitar la amenazas, algo virtualmente imposible, sino en reducir los espacios de oportunidad para que surjan las amenazas.

A su vez, y en este mismo contexto, la premisa fundamental para los mandos operativos es que deben trabajar y tener éxito con los elementos operativos disponibles, por lo que debe tomar las medidas suficientes y necesarias para convertir los elementos que tiene en los que quiere tener. Para ello, el principal atributo de un mando operativo no necesariamente es saber más y/o ser más capaz que los demás, sino integrar y dirigir a un equipo de elementos que saben más y/o son más capaces, aprovechando sus talentos individuales, ya sean innatos o desarrollados.

Por tanto, se puede establecer que el potencial de efectividad en los servicios de seguridad se sustenta, en mayor grado, en la capacidad de los mandos operativos para mantener alineados los procesos hacia el logro de los objetivos proyectados, subsanando en la medida de lo posible, las carencias (lo que no se tiene), deficiencias (lo que no funciona) e insuficiencias (lo que no alcanza), bajo la premisa de “hacer lo mejor que se puede con lo que se tiene”2, y corrigiendo o ajustando, si es necesario y según sea el caso, lo que se haya desviado de lo planeado, por cualquier causa. 

El buen General gana las batallas con los soldados que tiene, no con los que quisiera tener.

REFERENCIAS

1 Efecto o consecuencia acertada de una acción o un emprendimiento.

2 King, Ernest, US. Navy Adm., (R).