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PARTICIPACIÓN DE NIÑOS Y JÓVENES EN LA CRIMINALIDAD ORGANIZADA EN MÉXICO

INTRODUCCIÓN

El fenómeno que se aborda es el de la participación de los jóvenes en actividades de crimen organizado en el contexto mexicano, los cuales han tenido una relevante y notoria presencia, lo que es preocupante por el deterioro social en el que se encuentra el país, dañando más a las juventudes y que provoca que en la actualidad, en los hechos criminales graves, estén presentes jóvenes de entre 10 y 25 años, éstos se han convertido en un grupo vulnerable, sobre el cual, el crimen organizado ha distribuido sus brazos para reclutar y ofrecer salidas y oportunidades de vida diferentes a las que en el contexto político, económico y social actual, se pudiera tener, el cual, no es alentador para los jóvenes, por lo que una parte, se desvía para adherirse a las actividades ilícitas.

 

EDAD Y CONDUCTAS CRIMINALES EN LOS NIÑOS Y JÓVENES

La participación de los menores en conductas criminales con consecuencias graves ha sido tal que el Estado (Sánchez, 2017) se vio en necesidad de crear centros de reclusión para estos (Bayón, 2005), y que ha llevado una alza estadísticamente, “en México son los más jóvenes quienes están cometiendo la mayoría de los delitos y, en consecuencia, quienes están poblando las prisiones” (México SOS, s.f.). 

Según el último censo (2016) realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México, en el año 2015, ingresaron 7 mil 785 adolescentes a los sistemas carcelarios de las entidades federativas, por delitos de orden común; es decir, no de orden federal, como lo es el crimen organizado, de lo cual, según un estudio realizado en 2019 por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), indicó: “No existen estadísticas oficiales sobre el número y el tipo de delitos cometidos por los niños y las niñas involucrados en el crimen organizado. Cifras de la academia hablan de unos 30 mil niños, niñas y adolescentes que cooperan con los grupos criminales de varias formas” (p. 177). 

Dependiendo de la edad puede ser la tendencia hacia la conducta antisocial, aunque hay menores que cometen actos verdaderamente sorprendentes, extraños y violentos, demostrando un alto grado de peligrosidad (Cornellá y Llusent, s.f.). Cuando el individuo está en una edad mayor, que es consciente de lo bueno y lo malo, aumenta su peligrosidad si decide actuar en contra de la ley, ya que los actos que realiza son voluntarios y conscientes. Aunque a consideración, son actos que tienen como base desórdenes psíquicos y sociales que llevan a actuar de cierta manera y desarrollar un rechazo a la sociedad y a las personas, con notaria falta de empatía (Conde, 2015).

Dentro de los factores que, como consecuencia tienden a influir la conducta antisocial del menor, se encuentran la violencia familiar, la misma desintegración negativa de la familia, el medio ambiente, la condición económica, el abandono, falta de acceso a educación, poca expectativa positiva al futuro, condiciones de vivienda inadecuada, dificultad al acceso a servicios, entre otras (Senado de la República, 2014). 

Es mencionado que la desintegración familiar negativa y las condiciones sociales, son motivos fuertes por el que los menores se convierten en infractores de la ley, lo que puede ser desde un ladrón hasta un homicida. Factores como desatender a los menores por problemas familiares como la violencia o la separación de los padres, puede provocar que estos vayan buscando refugio en el alcohol, drogas o compañía de personas que los conllevan a actos antisociales (Martínez, Robles, Utria y Amar, 2014).

 

Las bandas de grupos criminales reclutan a los menores de entre 9 y 12 años,

en actividades de tráfico de drogas, espiar las actividades de las fuerzas públicas,

posteriormente, alrededor de los 15, les encomiendan labores de ejecución,

enfrentamientos armados, incluso descuartizamientos, secuestros, etc.

 

ANÁLISIS PERIODÍSTICO DE CASOS DE NIÑOS Y JÓVENES INVOLUCRADOS EN EL CRIMEN ORGANIZADO

En las siguientes líneas se listan algunas notas periodísticas relevantes para analizar, se mencionan algunos hechos para resaltar la magnitud del problema de los jóvenes en las actividades del crimen organizado, lo que ha trascendido de crímenes cotidianos como robo, lesiones, a ser sicarios, realizar operaciones de vigilancia, descuartizamiento, extorsiones, entre otros. 

Si se desmenuza la problemática social de México, al ser muchas las causas (Romero, 2004) de pobreza, desigualdad, miseria, corrupción, entre otras, las juventudes desprotegidas, son la siguiente fila de escudo y acción para las bandas criminales, aprovechándose de su vulnerabilidad, para adoptarlos y que trabajen de manera voluntaria o forzada, en contraste, con políticas públicas y programas que al corto plazo no remiendan las situaciones de riesgo, el crimen organizado se vuelve atractivo para muchos.

La siguiente nota publicada por periódico Excélsior, se presenta bajo el título de “Adolescentes, los sicarios desechables del Narco”, por Flores (2019) presenta cifras estadísticas extraídas del INEGI, para señalar la población de menores que habitan en México (alrededor de 40 millones), de los cuales, el mismo instituto censó que de estos algunos son criados sólo por su madre o por abuelos, resaltando que las causas de su involucramiento en la criminalidad es la falta de apego, desintegración familiar, falta de oportunidades, entre otros, por lo que al estar desprotegidos y sin expectativas al futuro, el crimen organizado los acoge ofreciendo modos de vida excitantes, acelerados, atención, dinero, y poder, pero de modo desechable, puesto que al ser población vulnerable, son fáciles de acceder, cumplir con ciertas funciones, y por su inexperiencia en la vida, ser víctimas de asesinato. 

En entrevista que realiza a Juan Martín Pérez García, de la Red por los Derechos de la Infancia, apunta: “Los grupos criminales no están pensando formar criminales profesionales, los usan porque están en una condición de desprotección, de vulnerabilidad y para ellos son desechables de tal suerte que si los detienen o los asesinan tienen otros miles para disponer usarlos como tal” (Flores, 2019). “Ocho de cada 10 víctimas de homicidio menores de 18 años fueron asesinadas con arma de fuego, esto quiere decir que fueron ejecutados o murieron en un enfrentamiento” (Flores, 2019), según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Otra nota titulada como “Joselyn, ‘la niña sicaria’ que apareció descuartizada en una hielera”, publicada en el periódico Infobae, el 6 de septiembre de 2019, se refiere a una joven que formaba parte de un cártel de mujeres que pretendían competir con otros cárteles y que operaban en la zona norte del país (Infobae, 2019). La siguiente nota “Asesinaron a presunto sicario en Río Verde: tenía antecedentes criminales desde los 10 años”, del mismo periódico, relata la vida de un joven encontrado muerto a sus 20 años, pero con historial criminal desde los 10 años, la misma nota menciona una cifra tentativa de 30 mil niños reclutados por el crimen organizado, y que se corrobora por un estudio de la Organización de los Estados Americanos (2015, p. 71).

También refiere a “La peque sicaria”, una joven encargada de decapitaciones en un grupo criminal, la cual, previo a esto, se prostituía y tuvo relación con el tráfico de drogas (Infobae, 2019). Otro caso es el titulado como “‘Juanito Pistolas’: el sicario de 16 años que tenía su propio rap y murió decapitado en Nuevo Laredo”, quien era un joven sicario perteneciente a la Tropa del Infierno, que operaba al norte del país. La nota “Niño ‘narco’”, que tiene de mascota a un tigre, amenazó a rivales del ‘Mayo’ Zambada”, hace mención a un video que circulaba en redes, de este niño amenazando a otro grupo rival, portando arma y emitiendo un discurso de odio, intimidación (Infobae, 2019). 

En la nota del periódico Informador, titulada “Adolescentes sicarios revelan que los atraen vida de lujos y narcocultura”, que se deriva de una investigación realizada por Barragán (2018), donde luego de entrevistas directas a jóvenes recluidos, revela que el interés de los adolescentes por pertenecer a los grupos de crimen organizado, es motivo de acceder a los lujos (Informador, 2019). Tal motivo así sea por corto plazo, supera los estándares de vida que se tienen en la sociedad mexicana, ante el panorama desolador de falta de oportunidades, la vida exprés de lujos, resulta parecer más satisfactoria, que vivir a largo plazo en miseria y hambruna. 

Según el periódico Milenio, en la nota “En las filas del crimen, al menos 30 mil niños” (Rivera, 2017), las bandas de grupos criminales reclutan a los menores de entre nueve y 12 años, en actividades de tráfico de drogas, espiar las actividades de las fuerzas públicas, o de grupos contrarios, posteriormente, alrededor de los 15, les encomiendan labores de ejecución, enfrentamientos armados, incluso descuartizamientos, secuestros, etcétera, por lo que no es de extrañar ya, encontrar a menores en retenes ilegales, tomando por la fuerza transportes públicos para bloquear avenidas, quemar llantas, disparos al aire, grabar sus actos, subirlos a redes (en México existe el blog titulado “El Blog del Narco”, donde se suben videos de torturas, interrogatorios, descuartizamientos, entre otros).

Otra nota enmarca la cantidad de niños reclutados, “INEGI: en el país, 5 mil 888 niños bajo proceso o con sentencia” (Job, 2019), señala la vulnerabilidad de los niños al ser más fáciles de reclutar dado el abandono y falta de oportunidades, además de que la legislación mexicana en materia de menores, no permite sentencias a largo plazo, por lo que de ser encarcelados, en menos de cinco años quedan libres, y comúnmente, retornan a las actividades ilícitas. 

No es el caso castigar por imponer, lo ideal sería que se mejoren las causas ya mencionadas y realizar modificaciones estructurales en las ciudades, así como potencializar el alcance e influencia de los programas sociales, para mejorar las condiciones de vida, de tal modo, otro resultado sería (Romero, 2004). Continuando con la nota, señala que a los criminales de más experiencia o los líderes, eligen a los jóvenes porque se deslumbran y manipulan con facilidad, además de por la capacidad física, el crimen organizado ofrece riquezas y beneficios, que una vida lícitamente llevada, no daría a corto plazo, incluso ni a largo plazo (Job, 2019; Torres Castro, 2005).

Son incontables los casos que se presentan en México, casos al extremo del terror (Puértolas, 2019), hoy, no importa la edad, horario, lugar, autoridad, el crimen organizado está muy penetrado en el país, sumado a las condiciones de deterioro que agravan la búsqueda de soluciones efectivas a corto plazo. Pero a pesar de la gravedad de los hechos, desde diversos ámbitos, debe fluir la colaboración para disminuir el impacto en las consecuencias sociales de la criminalidad, y que no siga afectando a los menores. En el siguiente apartado, el último, se plantean algunas estrategias que se pudieran poner en acción desde la óptica cívica y académica. 

Cuanto más se permita persistir en este tipo de conductas antisociales, más difícil será detenerlas mediante medidas sociales o de intervención con fines preventivos. Por ello, resulta decisivo impedir lo antes posible que los niños y adolescentes se dejen atraer por conductas antisociales que, al ser mayores de edad se convierten en delincuentes insalvables. 

 

Los criminales de más experiencia o los líderes,

eligen a los jóvenes porque se deslumbran y

manipulan con facilidad, además de por la capacidad física,

el crimen organizado ofrece riquezas y beneficios,

que una vida lícitamente llevada, no daría a corto plazo,

incluso ni a largo plazo

 

ABORDAJE SOCIAL A LAS JUVENTUDES PARA LA PREVENCIÓN DEL CRIMEN

La población y los jóvenes deben sentir apoyo y respaldo que brinde sensación de seguridad y certidumbre al futuro, las oportunidades de desarrollo deben contribuir a eliminar la tentación que un estilo de vida basado en lujos y dinero exprés, provoca, así como el pesimismo por condiciones desfavorables, y que estas sean catapulta a el automejoramiento. “Adherimos a la idea que sostiene que para implementar cualquier articulación respecto de menores, deberán tenerse presentes [...] planos o dimensiones: la condición jurídica, la realidad biopsicosocial y el diseño instrumental que torne eficaz tal intervención” (Raffo, 2000, p. 68). 

La prevención de las conductas antisociales en los menores consiste en el mejoramiento de las condiciones ambientales, elevando la atención y la situación económica en los casos en los que es baja y en los que es lo contrario, aumentar la atención a los menores y no descuidarlos. Los menores deben sentir seguridad en todos los sentidos: social, emocional y mental. Puede ser tratado por diferentes intervenciones, ya sean, educativas, clínicas, familiares, sociales, entre otras. Los programas de prevención social de la violencia tienen por objetivo prevenir la conducta antisocial en la población infantil-juvenil, mediante la implementación de estrategias y acciones dirigidas a la reorientación de los menores. 

 

8 de cada 10 víctimas de homicidio menores de 18 años

fueron asesinadas con arma de fuego,

esto quiere decir que fueron ejecutados o

murieron en un enfrentamiento, según el SESNSP

 

Una versión amplia de este artículo se encuentra en Revista Jurídica Mario Alario D’Filippo, vol. 12, núm. 23, Universidad de Cartagena, Colombia, pp. 1-20. 

https://revistas.unicartagena.edu.co/

 

 

REFERENCIAS

- Bayón, F. (2005). Juventud y prisión. Revista de Estudios de Juventud, 69, 9-29. 

- Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Universidad Nacional Autónoma de México y Coordinación de Humanidades (2019). Niñas, Niños y Adolescentes Víctima del Crimen Organizado en México. Ciudad de México: Comisión Nacional de los Derechos Humanos. 

- Conde, E. (2015). Empatía y conducta antisocial en adolescentes: convergencia de dos medidas de empatía y su relación con la conducta antisocial (tesis doctoral). Albacete: Facultad de Derecho, Centro de Investigación en Criminología, Universidad de Castilla-La Mancha. 

- Cornellá, J. y Llusent, Á. (s.f.). Agresividad y violencia en el niño y en el adolescente. Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria.

- Flores, R. (2019). Adolescentes, los sicarios desechables del Narco. Excélsior. 

- Infobae (2019). Joselyn, “la niña sicaria” que apareció descuartizada en una hielera. 

- Infobae (2019). “Juanito Pistolas”: el sicario de 16 años que tenía su propio rap y murió decapitado en Nuevo Laredo. 

- Infobae (2019). Asesinaron a presunto sicario en Rio Verde: tenía antecedentes criminales desde los 10 años. 

- Infobae (2019). Niño “narco”, que tiene de mascota a un tigre, amenazó a rivales del “Mayo” Zambada. 

- Informador (2019). Adolescentes sicarios revelan que los atraen vida de lujos y narcocultura. Informador. 

- Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2016). Población reclusa y adolescentes infractores. 

- Martínez, M.; Robles, C.; Utria, L.; y Amar, J. (2014). Legitimación de la violencia en la infancia: Un abordaje desde el enfoque ecológico de Bronfenbrenner, Psicología desde el Caribe, 1(31), 133-160. 

- México SOS (s.f.). Jóvenes: Entre la delincuencia y la agresión. 

- Puértolas, M.Á. (2019). Hoy sicarios matan niños. Milenio. 

- Raffo, H. (2000). Menores Infractores y Libertad Asistida. Buenos Aires: La Rocca.

- Rivera, C. (2017). En las filas del crimen, al menos 30 mil niños. Milenio. 

- Romero, I. (2004). Desvelar la violencia: Una intervención para la prevención y el cambio. Papeles del Psicólogo, 25(88), 19-25. 

- Sánchez, A. (2017). Historia del penitenciarismo en México. Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. 

- Senado de la República (2014). Situación actual y factores que influyen en la delincuencia juvenil. Mirada Legislativa, 51.