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SEGURIDAD EN EL SIGLO XXI, MAXIMIZANDO LA AUTOPROTECCIÓN

Hoy en día, somos una sociedad verdaderamente global, viajando libremente (eso volverá pronto) y realizando negocios sin fronteras a través de una red de comunicaciones que conecta prácticamente a todas las personas e instituciones del planeta. La rapidez con que se ha logrado este cambio ha creado oportunidades sin precedentes, tanto legítimas como otras al margen de la ley. Por dar un ejemplo, a medida que los modelos de negocio y los estilos de vida han migrado del mundo físico al mundo digital, también lo han hecho los elementos criminales y otras fuerzas desestabilizadoras.

Así también, hemos visto como casi en todos los rubros se han incrementado las cifras del crimen, y por si esto no fuera poco, de la mano de la pandemia y sus dinámicas desafiantes y abruptos cambios, se han potenciado diversos delitos y otros tantos han mutado para ser más efectivos. En una era disruptiva donde la certidumbre no existe, donde de la mano de una reacción inmediata requerida también es imperativo corregir rápidamente para prevenir ser víctimas de la delincuencia. Y sin duda el eslabón más débil seguirá siendo la gente.

Por ejemplo, los delitos cibernéticos y digitales en todas sus modalidades crecieron tan solo el año pasado en tres dígitos porcentuales, ¡Tres dígitos porcentuales! Aunque por supuesto se veía venir. Hace exactamente un año hablábamos en un foro internacional sobre la pandemia y sus repercusiones, con una sociedad trabajando cada vez más detrás de un dispositivo digital, tanto para ejercer su labor profesional como para interactuar personalmente.

Todo ello obliga a la sociedad a estar completamente consciente y presente en cada momento, para identificar los patrones y modos de operación que utilizan los delincuentes, donde intentan engañar a las personas. En un mundo digital donde el ciberdelincuente puede mimetizarse en la web, operar tras fronteras, con poca e insuficiente cooperación internacional entre gobiernos y con más lagunas legales, esos delitos no se van a ir y prometen continuar incrementando.

SISTEMAS DE PREVENCIÓN

Muchos profesionales de la seguridad consideran que las estrategias deben centrarse más en la continuidad de las operaciones, en la resiliencia, en la capacidad de absorber y responder a los ataques. No obstante, considero que así también deben hacerse importantes esfuerzos en endurecer los sistemas de prevención.

Como quiera que sea, la sociedad y los colaboradores de todos los niveles dentro de una compañía, necesitan adoptar un enfoque más distribuido de la seguridad, empoderando y permitiendo que cada uno asuma una responsabilidad, que sean corresponsables. Y es que hacia allá debe ir la seguridad, que más que un departamento con un equipo de expertos, debe ser un comportamiento general de la gente, a todos los niveles, adoptando acciones más seguras que minimicen los riesgos, que sepan identificar a los delincuentes, sus modos de operación o una acción que represente un riesgo, esto es, un retiro instintivo del peligro y aplicar sentido común.

La autoprotección es la clave. Mediante programas integrales de conciencia en seguridad puede lograrse. Es necesario que la organización le provea a la gente de la debida sensibilización, conocimientos e instrumentos para evitar ser víctima, y que no comprometa tanto sus recursos como los de la compañía. Si no echamos mano del recurso más valioso que es la gente, nos quedaremos cortos en los alcances, esfuerzos y resultados.

Recordemos que la seguridad empresarial tiene su fundamento en velar por la protección de la integridad de las personas, la salvaguarda de los activos y garantizar la continuidad de las operaciones del negocio. Estoy seguro de que si logran comprometer y empoderar a cada una de las personas que trabajan e interactúan con sus instituciones, tendrán entornos más seguros y tranquilos.

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